Sobre Naranjo esquina, de Fabián Soberón (Ente Cultural de Tucumán, 2023)
Por Magena Valentié |
Naranjo esquina no es un libro de cuentos tradicional. Es, ante todo, un lugar, remoto y misterioso, donde conviven la mansedumbre de lo cotidiano con lo extraordinario y atroz. Los personajes, pincelados hasta en sus más mínimos detalles, se dejan interpelar por el recién llegado al pueblo, un periodista que vuelve después de muchos años en busca de hechos del pasado que le ayuden a reconstruir su historia personal. Su visita no solo sorprenderá a los pobladores, que se ven obligados a desenterrar antiguos dramas familiares, sino también al propio lector, que se enfrentará a la rebeldía de los personajes, que saltan de un cuento a otro, confiriendo nuevas significaciones a cada relato. A su vez, la figura del periodista se convierte en hilo conductor de la historia principal hasta el final del libro, sin entorpecer la estructura de cada cuento, que son 35 en total, cada uno con su título, su principio y su final, unos más abiertos que otros.
Fabián Soberón no puede ocultar su mirada cinematográfica y nos devuelve escenarios vívidos, con estímulos a todos los sentidos, por lo que resulta fácil “ver” cada movimiento de los personajes y escuchar lo que nos dicen. Todo ello en un marco de rigurosa economía que torna ágil la lectura y, a la vez, obliga al lector a ir más despacio para poder saborear la sutil poesía que se desliza en cada párrafo.
Hay quienes han visto el reflejo de una novela en esta última obra de Soberón. Creo que más bien se trata de otro recurso cinematográfico, de los que sabe manejar tan bien el autor. Me refiero al modelo de series que se ven en Netflix. Los cuentos de este libro (o capítulos, para el que lo piensa como una novela) comparten más o menos los mismos personajes, pero cada uno de estos tiene su momento protagónico para revelar el espíritu con el que ha sido creado. Mientras tanto, el personaje central, que ha ido enhebrando todas las historias, llega al final con un desenlace que cierra todo lo demás.
Creo que Naranjo esquina debe ser entendido como un corpus literario, donde los personajes viven al límite entre lo real y lo ficcional, es decir, parecen estar vivos porque alcanzamos a reconocer en ellos algunos rasgos que nos parecen familiares dentro de nuestra sociedad, y con más intensidad si nos remitimos a nuestro pasado reciente. En este sentido me recuerda a Macondo, que es un pueblo y todos los pueblos latinoamericanos a la vez. Naranjo esquina es el Macondo del Noroeste Argentino, más precisamente tucumano. Hasta tiene su propia Úrsula. La presencia de la religión en las historias, a mi modo de ver, no es una obsesión del autor, sino la realidad propia de la vida de los pueblos del Norte argentino, que con mucha insistencia ha guiado y determinado la vida de las personas.
¿Cómo describir a nuestros pueblos norteños sin el ingrediente de la fe? El autor ha decidido resaltar ese aspecto desde su perspectiva particular. Naranjo esquina es el retrato de un pueblo que es todos los pueblos de Tucumán, en un determinado tiempo histórico.
Bonus track crítico
Sobre Edgardo H Berg (La Papa Editorial, 2022)
Por Edgardo Rodríguez Juliá
Me ha gustado mucho el libro “Edgardo H. Berg”. Aunque ya no soy muy fanático de la literatura “astuta”, pienso que el libro de Soberón va más allá de la tradición borgeana, que han continuado, desde discursos a veces opuestos, Aira y Piglia. Por momentos pienso que el autor ha regresado a ese modelo excéntrico, estrambótico que fue Arlt; pero no, él tiene la voz propia del falsificador que parodia tiernamente a muchos. Me he disfrutado el sentido del humor, cómo el lector siempre entra en ángulo oblicuo a la narración. Soberón es una voz original en una casa muy tomada, alguien que juega a las identidades literarias con una “facilidad platónica”.
Mis felicitaciones, estupendo libro.
Periodista en diario La Gaceta dedicada a temas sociales.