Por Mónica Cazón |
Robo en la Clínica Niere y algunos otros engaños es el primer libro de cuentos de Carlos Eduardo Sánchez Val, publicado en enero de este año 2022. Un entramado de vocales y consonantes, rebeldes como él, nos sacuden en estas historias que dialogan sobre las cosas cotidianas; atravesadas por el humor irónico que lo caracteriza, y salpicado con esa imaginación propia de los niños y los locos. Ese hacer que convirtió a sus textos en un ajedrez literario, y destacó al escritor en múltiples antologías nacionales e internacionales, como cuentista y microficcionista. Sánchez Val refleja la complejidad del mundo, construye y percibe lo que es intenso, simbólico, como dijera Anderson Imbert, somos animales simbólicos que hemos inventado un mundo de símbolos.
Encontramos en Robo en la Clínica Niere y algunos otros engaños, dieciséis piezas y una nouvelle que coquetean con el humor, el engaño y la sorpresa, enlazados con sarcasmo y ternura. Entre los pasajes, escondidos o con total desparpajo, el narrador mezcla anécdotas inusuales con recursos poderosos; en El día negro, por ejemplo, lo que pudiera ser leído como un cuento fantástico, gira rápidamente hacia el realismo a partir de un par de detalles; en La cacería, el desapego del narrador en tercera persona enfatiza la nostalgia, en el cierre de la historia de un niño que considera que ese día dejó atrás su infancia.
¿Ante qué nos enfrentamos en Robo en la Clínica Niere y algunos otros engaños? ¿La estampida del final? ¿La posibilidad de lo imprevisto? ¿O lo imposible como posibilidad? Porque de eso se trata cuando la charla se hace presente con el cuervo de Edgar Allan Poe, o cuando el director de un periódico sensacionalista no tiene límites para ofrecer primicias. Y no es menor el espanto cuando encontramos a una mujer muerta en su cama.
Bella, desnuda, y rodeada de pétalos blancos; ¿acaso algunos de estos pétalos se encontraban salpicados con sangre de su asesino? ¿O solo la suya como testimonio de un suicidio? Sin descuidar la idiosincrasia nacional en un París del siglo XIX, cuando un joven tucumano apela a recetas de su tierra para sobrevivir.
Los personajes del autor determinan entregarse, apenas se descubren inmersos en rupturas de la lógica. Sánchez Val, con lenguaje cuidado, adopta temas populares, pero le agrega sus propias reflexiones y anécdotas, que, claramente, tienen eco ante el lector expectante. El amor prohibido, el desamor, el trasplante de órganos, el periodismo, el engaño como herramienta para jugar en cada uno de los cuentos y que forma parte clave en este libro.
Se destaca la transición continua entre lo raro, el realismo y lo fantástico, decisión que dota al libro de dinamismo y cierta preferencia por la anécdota, incluso por encima de cualquier efecto —pienso, por ejemplo, en el cuento que le da título al libro: una anécdota ominosa genera dudas y un malestar sutil en el lector.
El Chino Guanca, por primera vez en su vida, sintió un vacío profundo que no pudo explicar, presentía que algo había resultado muy mal, pero nunca llegaría a entenderlo del todo.
En la clínica de su padre, el joven Niere se recuperaba de la exitosa operación de trasplante renal a la que había sido sometido.
Aunque pocos lo supieron, ese día hubo un robo en la Clínica Niere.
Habríamos de preguntarnos, sin embargo, si este punto de vista sobre lo que representa un cuento no resulta un tanto anquilosado, es decir, si es verdad que la literatura transita de un punto A a un punto B; que una historia necesita tener una conclusión; que no hay cuento corto sin efecto demoledor —algo me hace sospechar que no es así, ya no, o quizás nunca lo fue.
Alguien plantea cuán azaroso es el porvenir
—Quizás predecir el futuro no sea algo imposible—digo, y mis amigos me miran con curiosidad— Acaso, solo haya que entender la lógica que gobierna los hechos sucesivos que conforman el tiempo—continúo diciendo, animado por el interés que he despertado—Poder, como en una ecuación, obtener el “hecho efecto” o futuro…
Las reglas del juego de lo fantástico fueron ya dilucidadas por autores como Todorov, quien apuntaba que lo fantástico es el viaje que se hace en una historia entre aquello que es extraño (que puede ocurrir, pero que es atípico) y lo que es maravilloso (aquello cuya existencia desafía las reglas de nuestro mundo). A cuenta viene también el realismo mágico, donde lo real causa extrañeza y lo fantástico no es sino algo cotidiano, una parte natural del funcionamiento de las cosas.
En todo caso, la literatura aquí presente, en Robo en la Clínica Niere y algunos otros engaños, trasciende cualquiera de estas notas al pie, parafraseando al autor, y serían irremediablemente impostoras (como la incorporación de fragmentos de una página web, el género epistolar, etc). De esta manera, podemos sostener la perspicacia sostenida, al estilo Carver, donde lo que parece normal, se pone en duda.
Para Sánchez Val, lo fantástico está en los detalles mínimos, un verbo, la sospecha, un gesto, que abre la historia para otras posibilidades. También es común que en alguno de sus cuentos se destaque la narración de recuerdos, ya sea por su memoria, histrionismo o cualidades narrativas. Relatos que tienen como corolario la carcajada, la duda, o alguna lágrima; y, por este motivo, el libro deja un resquicio por donde podemos ver parte de la vida del autor y reivindicar la fantasía pura, la imaginación y el juego del ingenio. Admite temas de gran densidad, pero lo primero que se observa son los mundos fascinantes y tan bien estructurados que nunca dejan de sorprender.
Cabe destacar los epígrafes seleccionados, utilizados también como intertextos, Gabriel García Marquez, Edgar Allan Poe y Guy de Maupassant enriquecen la lectura y, en cualquier caso, nos alimenta el pensar. Esto no evita que un cúmulo de experiencias vaya quedando adherida a la memoria del que contempla, escucha o lee. Y es ahí donde opera la magia de las lecturas que perviven y forman el corpus que se queda entre nosotros como sustantividad. Acumular en la memoria para volver a él.
Robo en la Clínica Niere y algunos otros engaños es un libro al que se quiere regresar, que nos mantiene con la curiosidad a flor de piel, de la mano de un excelente narrador que ensaya historias insólitas sobre un escenario imaginario. Sánchez Val admite diferentes niveles de lectura y deja ver que la realidad es más compleja que cualquier creación humana.
Somos nuestra memoria, somos ese museo quimérico de formas cambiantes, ese montón de espejos rotos (Jorge Luis Borges).
Mónica Cazón (Tucumán). Escritora, Lic. en Ciencias de la Educación y Especialista en Literatura Infantil/Juvenil. Se desempeña en la UNT en Educación No Formal. Docente en PLAT. Coordina la Asociación Literaria Lagmanovich. Fundó el CIDELIJ Tuc (Centro de Investigación, Estudio y Lectura de la Literatura infantil/juvenil -Ente Cultural-UNT- y el Laboratorio de lectura crítica e investigación “MicroLee”. Gestora cultural. Colabora en La Gaceta Literaria y otros. Lleva editos 12 libros de diferentes géneros.
Excelente comentario, Mónica; fruto de la lectura minuciosa de un muy buen libro.
Quien no se atreva a entrar a la Clínica Niere es porque teme ser engañado por Sánchez Val. Mónica Cazón lo desenmascara «a lo Tolaba» en este comentario.
Ajustadísima crítica de un libro que se lee de un tirón. De esos que tenés siempre,»por las dudas» en esa pila desordenada de la mesa de luz, donde un guarda aquellos ejemplares a los que privilegiamos.
Un gran libro de Carlos y un gran y justo comentario de Mónica. Excelente. Felicitaciones para ambos.
Excelente reseña !!! Te deja abiertas las puertas para salir a buscar el libro con urgencia !!!
Excelente libro y un muy buen análisis de Mónica Cazón
Tal como dice Monica. Así sos de genial. Me gusuta tener amigos geniales.
Gracias por tu amistad.
Sigue escribiendo.
Excelente comentario de Mónica Cazon, a la medida exacta del libro.
¡FELICITACIONES!!
Excelente análisis de la obra felicitaciones. Más éxitos Carlos…
Monica propone la mejor de las críticas y análisis de este ingenioso y maravilloso libro. Vuelve a sumergirme en la emocionante narrativa de Carlos Sánchez.
Nos merecemos más narrativas cómo estás. Nos merecemos el placer de volver a leer a Carlos.
Muy buena reseña Mónica Cazón.
Se advierte un estilo de quien ya no es un aprendiz.
Hay un modo de decir que hace pensar a partir de los acertados rodeos al texto
Lo comentaremos cuando lo adquiera y lo lea.