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ISSN 2684-0626

 

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¿Si digo pan, comeré? Aproximaciones al imaginario poético de Antonio Gutiérrez

Por Patricio Schifitto |

Asumo el riesgo de trabajar con un escritor cuyo corpus poético puede ser una incógnita. A su vez esto significa un salto hacia un aporte en las reflexiones sobre la literatura argentina y en el contexto del NOA. Antonio Gutiérrez (1951) nació en la ciudad capital de Santiago del Estero pero fue criado en la ciudad cordobesa de Belle Ville. Actualmente está radicado en Salta. Molde para una metafísica[1], que se publica en 2007,es el grupo de poemas que abordo en este artículo, que está hecho a modo de itinerario de lectura, aproximaciones e interrogantes acerca del imaginario poético[2]. Pensar la poesía como lenguaje atravesado por la ficción es el motivo para tomar distancia de las concepciones que asumen este discurso en términos de subjetividad, testimonio y confesionalismo. Para evitar las lecturas biografistas de los poemas, es importante reconocer el estatuto constructivo del hablante poético, como figura vocal y textual, ligera, huidiza, que sólo algo tiene que ver con el escritor empírico.

En Molde para una metafísica, los poemas están organizados en dos partes hechas a modo de pequeños universos: Molde para una metafísica y Materiales convocados. A través de la lectura, el avance de un campo al otro implica la transición desde estancias puramente metafísicas hacia la restauración de la dimensión material de los objetos. En este trayecto se involucran el ser y el lenguaje poético en estado de conflicto.

En los primeros poemas, el sujeto se pregunta por los protocolos teleológicos de la enunciación poética, y ensaya una liturgia esotérica de la comunicación entre los hombres y los dioses como medida de la poesía. Se trata de una etapa de búsquedas del lenguaje capaz de concebir una palabra antigua y primigenia, que nombre al mundo por primera vez como señalándolo con el dedo. La palabra con sentido espiritual, metafísico. La palabra como registro de la voz creadora. La palabra como acto y proceso germinativo a partir de materiales universales y figuras geométricas. No obstante, esa misma palabra generadora está atravesada por cierta consciencia de insuficiencia, impotencia, derrotero, fracaso. Desde esta tensión, no es posible conseguir una correspondencia entre lo que la poesía nombra y lo que existe. Las categorías escriturarias y ontológicas se separan, se niegan, con riesgos de caer en el silencio. El espacio ciego entre los versos escenifica dramas lingüísticos, la mirada del sujeto recupera un estado cíclico de soledad extrema y de refundación. El sujeto asume la identidad de un poeta que se pregunta por el lenguaje y los alcances de la escritura.

La segunda estancia de poemas abre con el siguiente epígrafe: “Es tarde, la nada aúlla en el jardín/ como un can vacío, animal ausente/ ladrando a la geometría”. Está a la vista la continuidad del problema de la enunciación poética, además de que se afirma y profundiza la búsqueda del arte desde una concepción clasicista, que apela a las formas geométricas, orientadas a la armonía y al estado metafísico de la palabra. Pareciera que el imaginario monta una poética de drama filosófico para problematizar el cuerpo y la palabra, la unidad y la universalidad del ser y del lenguaje.

En este sentido, es posible preguntarse acerca de la puesta en crisis del lenguaje y su relación de relectura y reescritura con la poesía argentina del 60, especialmente de Alejandra Pizarnik- Ninguna palabra es visible-. El sujeto se encuentra entrampado en un imaginario existencialista ciego que disloca la realidad ontológica y la lengua poética. Esta situación amenaza al universo poético con la promesa latente del silencio y el vacío de las estructuras geométricas y gramaticales. Las formas enunciadas sin contenido registran el absurdo de la pérdida y la búsqueda del sentido, una problemática subjetiva posmoderna que expresa el desamparo del lenguaje. Asistimos a la muerte de las fórmulas cartesianas.

“Y está la arena sin la palabra arena, /la puerta sin el arquetipo que la cubre, /el muro sin su idea previa, /todo el frío a la intemperie/ echado a rodar el nombre. Hay niños en esta noche deshablada (….) Lo real prepara su cena de escombros” (v. v. 10- 17: 44)

¿El lenguaje es garantía del ser? La palabra funda la ficción de una realidad, pero a la vez se deshace de ella. La desdice, la vuelve indecible, inefable. La tensión entre la realidad y la ficción en el lenguaje pone en crisis la representación realista. Lo que no se nombra se desvanece en un escenario de ruinas. La palabra poética opera con el terrorismo de la irrealidad, anticipa una lengua muda que no existe. En algunos versos, el estado crítico del lenguaje y la realidad aspira a lo absoluto. El sujeto se rodea de interrogantes sobre las posibilidades de expresar el universo desde la poesía puesta en una plataforma de pérdidas y vacíos. Como una ironía trágica, el poema habla para denunciar la ausencia del lenguaje. Estamos en condiciones de afirmar que el tema central de esta poesía es la crisis nietzscheana del lenguaje. Se trata de una impenetrable barrera entre el ser y el nombre, que conduce hacia la irrealidad.

Por otro lado, resulta importante destacar en Gutiérrez la concepción griega de la poesía- poiesis- como actividad, ocupación, atención, artesanía. Dime cómo hacer, / alcánzame una azada y el recorrido del brazo/ para escribir en la tierra versos finales (v. v. 15- 17: 12) Este fragmento del poema “Silencio ético” funciona como epígrafe de la primera parte del libro. La voz del sujeto imaginario se dirige a un otro de naturaleza poderosa para solicitar apoyo, asistencia y conocimientos en la composición poética. Ese otro del discurso repone a la figura de la Musa que inaugura los textos clásicos, aunque travestida de una identidad masculina.

 Padre, ayúdame a proseguir en este mar/ al que un dios adverso agita, díctame/ el poema justo, el himno sublime, la canción más alta. (…) Para que, como Tiresias, me indiques el rumbo/ y me digas cómo continuar ahora/ que la tempestad descuaja los nombres. / Te invoco, padre, para que guardes la letra, y me indiques en qué país en medio del océano, /en qué alejada bahía, en qué isla remota/ se aloja todavía un poco de sentido. (v. v. 5- 17: 14)

La acción del lenguaje en estos poemas no se resiste a la lectura del amor como tema que vehiculiza y afirma un tipo de discurso amoroso excéntrico y evidente. Las invocaciones del sujeto poético a una figura paterna establecen una relación entre dos identidades masculinas. Es posible hacer una interpretación de esta voz como la coagulación de un discurso amoroso de lenguaje homofílico. El sujeto poético manifiesta no tener a su disposición ningún sistema de signos. Busca en el otro la palabra como declaración de un bien y de una verdad; aspira a arrancarle una fórmula. Para que las cosas sean conocidas, es necesario que sean nombradas. El sujeto solicita la voz del otro que lo funda en la verdad. Lo verdadero es la relación con el otro, principio que afirma lo amoroso del discurso. Estas escenas dejan al descubierto la condición de muerte del nombre del padre, como un fantasma retratado en un espacio lateral, latente y trágico. Además, revelan el fundamento de la poesía como construcción intersubjetiva.

En Molde para una metafísica, la palabra poética aparece amputada de sus referentes contextuales, contaminada por personajes y registros mitológicos lejanos al lenguaje latinoamericano. Se orienta a lo antiguo, lo griego, lo latino, lo clásico. Asimismo, a lo universal, lo filosófico, lo metafísico. Es necesario reconocer en la poesía de Gutiérrez la consciencia de un programa estético que pretende la recuperación de la antigüedad clásica grecolatina. El doble residual antiguo y clásico es arrastrado hasta los contextos de enunciación de la literatura argentina del siglo XXI. Esta restitución del clasicismo no apela a criterios formalistas, sino que se instala en el contenido, como asunto y gesto de la poesía. Los temas de la Antigüedad clásica recrean los rituales de ofrenda a los dioses inmortales, lavaciones, hecatombes exactas y ceremonias fúnebres; convocan a personajes mitológicos, tales como Hécuba, Sísifo, Eneas y Tiresias.  Desde el título, se insinúa la relectura y reescritura de la filosofía antigua platónica y aristotélica. Gutiérrez encuentra en la escritura de Molde para una metafísica una plataforma propicia para la enunciación de una propuesta estética que se inscribe en las líneas clasicistas, como así también la posibilidad de formular desde el norte argentino una literatura universalista y una poética Noro- neoclásica.

Con estas decisiones estéticas, la poesía dispara en dirección de realidades situadas más allá de lo inmediato, discurre a partir de ciertos elementos del habla con valor mágico. El abandono de la palabra situada entiende que el territorio del norte argentino funciona como espacio de enunciación literaria, y no como un pretexto de escritura y figuración poética. Gutiérrez toma distancia y desconoce los principios poéticos del movimiento cultural norteño La Carpa, proclamados por Raúl Galán en la década de 1940. Si la mirada percibe los escenarios y las referencias a la identidad argentina, aparecen mediatizados por la metáfora mitológica. La evocación de espacios de Buenos Aires, la memoria de Belle Ville, algún clásico Boca-River, el lamentable 24 de marzo, los partidos de la selección argentina, el repertorio musical de Julio Iglesias, se sugieren manipulados por la configuración del tiempo y el espacio en una retórica de la mitificación, la enunciación poética apela a tonos elegíacos y épicos, que despojan de realidad a los referentes. Despliega una poética definida por la distancia y des-territorización de la literatura.

Por último, cabría hacerse algunas preguntas acerca de las trayectorias de lectura de Gutiérrez y su figuración como escritor, como punto de partida para entender desde qué lugar pretende ser leído, en relación con el contexto de enunciación, los gestos estéticos y el imaginario poético. Sin lugar a duda, podemos concederle la inscripción en la tradición clasicista en el NOA, como así también su deseo de pertenecer a una generación decidida al rescate y la defensa de la cultura clásica.

Títulos de poesía publicados por el autor:

Gutiérrez, Antonio (2007) Molde para una metafísica. Buenos Aires: Último reino.

—————————– (2018) Orquesta típica. Buenos Aires: El Mono Armado.


[1] Gutiérrez, Antonio (2007) Molde para una metafísica. Buenos Aires: Último reino.

[2] Monteleone, Jorge (2004) “Mirada e imaginario poético”. Lo poético de la mirada. Visor: Madrid.

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