Sobre Obsidiana, de Verónica Barbero (Gerania Editora, 2024)
¿Qué hay después del horizonte que ahora se incendia?
Nada.
(Verónica Barbero)
—Schwarz hund —La voz de Emma nos sitúa desde la primera línea en el pasado de la novela. Un inicio marcado por un idioma misterioso y áspero en los oídos de Fiorella, nieta de Emma y protagonista de la novela. Esas palabras la separan para siempre del lugar de la infancia, la plaza con los otros niños. Esa lengua que late en las cenizas volcánicas de un huevo negro, la obsidiana que Fiorella hereda de niña. La oscuridad del perro negro oculto en la frase en alemán, y que en el folklore europeo representa a un demonio, simboliza la amenaza que para Emma reside en lo diferente. Desde su racismo intenta proteger a Fiorella, un vínculo reforzado por el fuego que contiene el huevo de obsidiana. A través de esta piedra preciosa ingresan las “arqueologías” en la novela, historias que emergen del barro para iluminar el presente y futuro de la protagonista.
Se trata de cuatro capítulos, en apariencia independientes de la trama principal, que traducen la historia y el futuro que duerme en la obsidiana. Estas arqueologías funcionan como yacimientos donde renace un pasado que se enuncia en presente, el barro de ese desentierro es el que habilita y espesa la escritura. Todo comienza con la llegada a América de Oskar y Margarita, ancestros de Fiorella. Estafados por Aarón Castellanos, quien les vende un terreno en el nuevo continente con su slogan “América te soluciona la vida” y desaparece. Quedan atrapados en un espacio que desconocen y temen, nuevo cielo que solo les trae diluvio que imposibilita trabajar la tierra. Todo se vuelve barro donde se asfixian las esperanzas de la pareja. Prende en Margarita el fuego de la impotencia, la presión de la marmicoc en la que cocina es buen conductor para esa ira. Oskar, quien tuvo la idea de escapar de Europa, no resiste el veneno con el que su esposa lo alimenta. Esa presión que cocina tejidos hasta convertirlos en gelatina, una fuerza explosiva que crece en los huesos, parece transmitirse de generación en generación.
Las arqueologías también desentierran la infancia de Emma y la entrega del huevo de obsidiana en manos de Aarón Castellanos. A ella le parece ver agua turbulenta y silenciosa dentro del huevo, rostros desencantados de su familia y una parte de ella misma. La obsidiana como un abismo atractivo, que invita a ser observado y reflejar el fuego que late en el alma de quien mira en su interior. Desde el fondo de la tierra, sus fragmentos espejan una trama enterrada y la expulsan hacia la superficie de la novela: la violencia de Filipín retorna en Chuchú, el huevo de obsidiana pasa de Emma a Fiorella, la presencia mesiánica y efímera de Aarón Castellanos renace en el misticismo new age de Huidobro. Pero es el nacimiento de Fiorella el puente más poderoso entre las arqueologías y el presente de enunciación del libro. Un cortocircuito, fuego que deja una mancha negra en la pared como un portal hacia el futuro. Un espejo de obsidiana que irradia fragmentos de una maldición ancestral. Ceniza volcánica que se proyecta en el pavimento que Fiorella recorre como preventista en la trama principal, desgasta las cubiertas de la camioneta que su esposo conduce como maniático, refleja un cielo oscuro que se enciende a lo lejos.
El incendio sucede en las últimas líneas de la novela, la casa de Fiorella se convierte en un espejo de fuego negro. El mismo fuego que devasta el hogar de la protagonista es piedra azabache que arde desde las entrañas de la tierra. Altar de sacrificio, refracta el juicio final en los ojos blancos de quienes se adentran en su abismo. La tumba larga del abuelo de Fiorella, que las arqueologías resucitaron, se convierte en horizonte, el infierno en la tierra.

Nació en San Miguel de Tucumán, en 1991. Organizó junto a Julián Miana el taller literario “Nuestro Iglú en el Ártico” y junto a Verónica Barbero el taller “A la hora del viento”, en Tafí del Valle. Publicó Infarto (2015) y La rosa unitaria (Gato Gordo Ediciones, 2017). También participó en diversas antologías como 40° (Blatt & Ríos) y Cospel de Oro (Minibus Ediciones). Forma parte de Minibus Ediciones desde 2015.