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ISSN 2684-0626

 

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Una llaga infinita

Sobre Fractura, de Julio Salgado

Por Marina Cavalletti |

El poemario del autor santiagueño se editó en 2022 por Ediciones En Danza. Allí, con una propuesta fragmentaria y diversa, el oriundo de Frías ratifica que su obra es ineludible dentro de la lírica del NOA.

“Son las palabras las que sangran, no las heridas”. La frase, del filósofo y artista Pierre Klossowsky abre, junto a otra de San Juan de la Cruz, el libro «Fractura», de Julio Salgado.  Con esa impronta, de versos que brotan a borbotones, con la necesidad del decir, pero también con la artesanía  del tiempo, el fríense despliega, en cuatro partes,  una poética reconocible  y profunda.

La incerteza es el punto de partida, con “Preguntas”, sobre la poesía, sobre el comportamiento de la vida animal y con la imagen de una mujer ahogada que anticipa las “Tres versiones de Ofelia”, la trágica enamorada de Hamlet.  En el tríptico se lee: “El tiempo picotea / los libros del olvido”,  “La llaga impenitente de dos labios / es infinita”, “el velo se le escapa de su cuerpo”

Luego, Salgado continúa el itinerario en “Geografías” donde el cielo se revela “sin rozar el agua”, donde “todo parece ser un páramo”, donde un “burdel ha sido salpicado / por la luz de una pequeña lámpara”.

El hacedor de “Caja de Fuego”-1983- avanza y se desliza hacia la metafísica: “Nada es como se dice. Somos la tierra vana. / Lo que nos prometemos. Deudos de la palabra / y nuevamente deudos de la nada”.

Con intermitencias entre la primera y la segunda persona del singular, Salgado huele el mundo, percibe la superficie lastimada del fragmento, descubre la inminencia que llega con la niebla, el dorado poder / Que inaugura / El fracaso y el duelo.  Con ese vaivén  se adentra en la segunda posta: “Apenas el relámpago”.

“Qué significa la verdadera soledad”, cuestiona el autor en modo indirecto,  y combina la reflexión con cierto erotismo, entre cierres de vestidos y el alma del verano con frutos ardientes.  Y más adelante retoma el universo  animal: “Vi caer la Vía Láctea / como una gran ballena / con un arpón clavado en la mandíbula”, “Lo escarlata del rojo. / Aquel escarabajo que vive en el anillo de mis dedos y en el / cielo”, y sitios con loros, liebres, nogales y estrellas. Y afirmaciones sobre la poesía “que vive junto al pan / o una granada”.

Salgado escribe no solo con las manos, también con los ojos, los oídos, el tacto, retrata una flor impecable atada a nuestros huesos, el silencio mutante, los “malabares del viento buscando una ventana” y otra vez la zoología y el “Apetito de las gaviotas”, una mosca, langostas,  una hormiga, el rayo, el fuego, la naturaleza en todo su esplendor se amplifica y decrece para dar paso a la tercera sección del libro “Inciertas claridades”

“Hay encuentros que obtienen una réplica / una oscura amalgama con lo extraño / -todo tiene un revés- / que es un refugio inalcanzable” dice el poeta y casi con obstinación dibuja un simulacro, una “Jaula anónima” donde inquiere: “Has visto en el potrero la lengua del relámpago?” También sostiene el recuerdo,  la escena amorosa como motor para crear: “nuestras lenguas tienen la misma sal / el mismo olvido”.

Fractura es un libro de tránsitos, de llamados a Keats, Simónides, Catulo, es un compendio de graficas poéticas heterogéneas y logradas. Es también un libro donde se transmuta la soledad y se convierte en lo múltiple del decir con otros, tal vez por eso las dedicatorias a Leopoldo Castilla y María Casiraghi, a Rosario Andrada y tantos más.

El último apartado del poemario es brevísimo: “Viajes” tiene solo tres estaciones, tres modos de mirar la vida y sus alrededores. “Una alfombra silenciosa transmitía/estos pasos inciertos de los sueños” se dice en el sonoro Norte -de 2010- donde el ruido de los cuervos convive con el ron, Calíope y  el entorno de un campo solitario.

Entre los versos que llegan después, fechados en noviembre de 2016, en Estambul, se adelanta un futuro con la nieve de Los Andes  y en Venecia, en 2013,  con los últimos trazos del libro  “la lluvia es un metal del rayo en la tormenta.

En Fractura, Salgado expande su poética, la renueva, la revisita. Y con lucidez y apertura da  muestra de su recorrido,  de un  camino de años que lo transforman  en  uno de los nombres más llamativos de la lírica norteña del siglo XXI.

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