Por Priscilla Hill |
No se puede armar un muñeco de nieve con cenizas del ingenio, de Gabriela Olivé
La poesía de Gabriela es un secreto contado a la siesta en algún lugar vedado para quienes no son niñxs. El tono lúdico y desenfadado es la forma en la que estas escenas de anhelo, de recuerdo, de libertad del yo lírico, suscitadas en micro-poemas, hacen de la lectura de No se puede armar un muñeco de nieve con cenizas de ingenio una experiencia íntima que queremos guardar bajo la almohada o esconder en un pozo en la tierra. No es casual que Gaby haya elegido confeccionar un libro que es también un artefacto pequeño y misterioso, una pieza en nuestras colecciones móviles de objetos para leer y sentir que atesoramos. El libro, en formato plaqueta y con ilustraciones de Angelo Barreto, es una edición de autora del año 2017 y cuenta con dieciséis poemas breves que, como instantáneas de despojos de experiencias, nos lleva por un mapa íntimo desde el recuerdo que se dispara ejercitando la mirada, aunque este acto no sea siempre voluntario y se imponga, por artilugios de la memoria y del olvido. “Mi viejo verde” abre el poemario y se centra en un árbol de naranjas, que estuvo desde siempre ahí y que forjó una forma de observar el movimiento de las cosas simples y sus imperceptibles huellas: siempre estabas ahí/te miraba por horas/sostener tus naranjas/ debido a su inevitable exposición/ su destino era abonar la tierra/ el amor enfermo del sol/ las motivaba a crecer rápido/ las amaba tanto que las secaba/ perdían fuerza/ y caían desarmadas/ al mundo de las sombras/ donde la tierra y las bestias/ miniaturas se las disputaban. En los poemas, la evocación del pasado donde lo natural se enraíza, valga la metáfora, en las formas más profundas de la identidad tiene como contracara el miedo a la pérdida y a la falta y, quizás, el reproche al avance hostil de la urbanidad sobre las formas salvajes y antiquísimas de la belleza. En “Pertenencia”, el sujeto lírico dice: un desvergonzado/ ejército de hombres/ crece y se multiplica/ aplastan flores/ y arrancan alas de mariposas/ a su paso/ tengo miedo/ mi primavera es/ lo único que tengo.
En Tucumán nevó un par de veces. No en San Miguel, sino en las afueras, en el cerro de San Javier, por ejemplo. La nieve es para las personas del NOA algo ajeno, salvo por los últimos inviernos que han empezado a mostrarse frágiles ante el calentamiento global y anticipar escenas angustiantes sobre el futuro del mundo. Una de esas veces que nevó, unos tíos me llevaron en su auto a ver una nievecilla miserable y vergonzosa, que casi estaba por desaparecer. Hicimos un muñeco burdo y lo pusimos en el capó del auto. Se desarmó metros después de arrancar y fue entonces que sospeché que, aunque la nieve aparezca en los libros, en los dibujos animados, en el imaginario de la Navidad y la alegría de lxs niñxs, no es parte de las cosas que podemos armar y desarmar. Quizás a nosotrxs nos tocan las cenizas, los restos, las cosas pequeñas con las cuales ideamos el mundo. En el libro de Gaby, el recuerdo de la infancia que no se va nunca, la mirada fascinada de una voz que se come el mundo y sabe, que quizás, algún día, el mundo puede comérsela es el centro de este libro imperdible.
Alejandra Pizarnik, nuestra poeta de las sombras favorita, afirmaba que la rebelión consiste en mirar una rosa hasta pulverizarse los ojos (Alejandra Pizarnik (1999). “Poema 23” en Alejandra Pizarnik: Obras Completas. Poesía &Prosa. Ediciones Corregidor. Buenos Aires, Argentina). A su vez, José Juan Tablada, poeta mexicano nacido a fines del S XIX, escribía: Luciérnagas en el árbol… ¿Navidad en verano? (http://elbatiscaforojo.blogspot.com/2011/03/un-dia-poemas-sintecticos-fragmento-por.html). Así, como estos destellos del mirar, estos despertares perceptivos, como epifanías que nos acechan y abren grietas en las cuales hamacarnos, así, el poemario de Gabriela Olivé.
*Imagen: No se puede armar un muñeco de nieve con cenizas del ingenio de Gabriela Olivé, Edición de autora, 2017.
Priscilla Hill nació en Tucumán en 1991. Es Profesora en Letras por la UNT y editora en La Cimarrona Ediciones, editorial independiente y autogestiva que vio la luz en junio de 2017. Es becaria doctoral de CONICET e investiga los cruces entre las literaturas emergentes de Tucumán y las matrices de la Ley de Educación Sexual Integral (ESI) en espacios educativos de la provincia. Es docente en la Escuela Agricultura y Sacarotecnia de la UNT.
Escribió algunos cuentos cortos y muchos poemas en antologías, ideadas por editores y gestores culturales de Tucumán. Su único libro publicado hasta ahora es ‘Mamá, ¿qué es el miedo?’ (Gato Gordo, 2018) y consiste en tres cuentos breves. Este año saldrá ‘Dárselas con la noche’, un libro de poesía que la hizo padecer y dilatar varios años su publicación. La edición estuvo a cargo de Damián López, de El Andamio Ediciones, editorial sanjuanina que la contactó porque alguien compartió un poema suyo en Facebook.
Usa las redes de manera compulsiva y reniega, en vano, de su condición de millenial. Le gusta el terror en todas sus variantes, como si no bastara con la vida.
Tiene un superpoder muy molesto: pierde colectivos, siempre.