Por Cecilia Vega |
Durante este año en la provincia se sucedieron varias exposiciones de arte contemporáneo que conjugaron conceptos y/o herramientas de la arqueología, por ejemplo, la exposición en el centro cultural Virla de la artista Evi Tartari, La Arqueología y lo cotidiano (relaciones incomodas) con la curaduría de Carlos Manuel Juárez; y volveré y sere performer, de las artistas Mariana Ponce y Ludmila Rios Guillenen el MUNT, que también contó con la colaboración de Javier Rodríguez. Muestras que, además, convivieron en el espacio con exposiciones arqueológicas más tradicionales: en el caso de Evi, el Centro Cultural Virla posee un museo arqueológico en el segundo piso, y en el caso de Volveré y seré performer, la exposición se sucedió mientras una muestra de arqueología (Arqueologías que hilan miradas) tenía lugar en las salas del MUNT.
Este interés por tomar elementos de la arqueología se manifestó de diferentes formas, En la obra de Evi. La artista hace uso de la metodología de esta disciplina para reflexionar sobre su hacer cotidiano, buscando en una serie de objetos y retazos de objetos que realizó y colocó como en una suerte de altar, un origen y una pregunta sobre la configuración de las categorías de arte y artesanía. En Volveré y seré performer, Mariana y Ludmila se apropiaron del rol de arqueólogas con la finalidad de descubrir y desenterrar los orígenes del arte de performance en Tucumán. Este trabajo sobre el pasado, trayéndolo al presente para resignificarlo, característico de la arqueología, puede abrir muchas preguntas con respecto al accionar artístico en general y al arte de performance en particular: ¿Cómo actúa el paso del tiempo en el arte? ¿Qué lugar ocupan la memoria y el recuerdo? ¿Cómo lidiamos con ese pasado y a través de qué manera lo hacemos presente?
El arte de performance es por definición efímero y, por ende, se resiste a ser catalogado y resguardado. En Volveré y seré performer las artistas ensayan una manera posible de accionar desde el presente sobre el pasado poco estudiado de esta disciplina artística en nuestra provincia. Pero la propuesta de las artistas se aleja de la simple reconstrucción del pasado. La obra consistió en una performance interactiva que se desarrolló en el MUNT durante el transcurso de unas horas, tiempo en el cual las artistas, en el rol de arqueólogas, construyeron una ficción y colocaron diversos objetos en el patio del museo: una pava, hielos, un vestido y margaritas, entre muchos otros; cada uno de estos objetos representaban performances que fueron realizadas en el pasado por diversxs artistas de la provincia, abarcando un pasado más lejano, así como uno más reciente.
La propuesta surgió a partir de un proyecto de investigación en el que trabajan Mariana y Ludmila desde el 2018, cuyo objetivo es conseguir más herramientas con respecto al arte de performance e indagar sobre los orígenes de dicha disciplina en la provincia. Para llevar a cabo el proyecto realizaron, entre otras cosas, entrevistas a docentes, transeúntes, artistas que hacen o hicieron performance art, así como artistas dedicadxs a otras disciplinas, con la intención de poner en diálogo distintos puntos de vista existentes sobre qué es el arte de performance y cuál fue la primera performance que vieron. Decidieron tomar como punto de partida la reconstrucción a través de la oralidad, “La performance tiene mucho de la oralidad, no tiene un principio exacto, hay muchas historias alrededor de las acciones. Registrar performance es complicado, más en los años 80”, comenta una de las artistas.
¿Cómo trabajar con esa oralidad? ¿Cómo reconstruir esos testimonios formados por recuerdos? Al trabajar con la memoria y el recuerdo existe la posibilidad tanto de crear otros relatos que cuestionen los existentes sobre un acontecimiento pasado, como de sujetar ese pasado a un relato especifico que le daría un sentido último. Las artistas se ocuparon de construir y de exponer una suerte de archivo que recopilaba obras de performance de -entre otrxs- Geli González, Sol Rodrigues Díaz, Alejandra Mizrahi, el colectivo Viva Laura Pérez, y Tenor Grasso (Grupo que fundó Rodo Bulacio junto a Jorge Lobato Coronel y Claudia Martínez). Este archivo les sirvió de sustento para realizar su performance, donde además de los objetos desplegados en el espacio (algunos cual descubrimientos arqueológicos), también se proyectaba un video en una sala del MUNT con las entrevistas realizadas, junto a una pizarra donde iban armando una especie de mapa conceptual escribiendo y colocando imágenes.
Las obras dispuestas en el espacio, iluminadas algunas levemente, no estaban ordenadas de manera cronológica, sino apenas señaladas con el título de la performance y nombre de la artista que la realizó. Leyendo a Fernanda Garramuño, reflexionar sobre el archivo y la memoria en el arte contemporáneo, propone que en algunas obras lo que encontramos son más bien fantasmagorías, antes que una reconstrucción del pasado o recuerdo; la etimología de esta palabra significaba originalmente “arte de hablar en público con fantasmas” y la palabra fantasma viene del griego “aparición”. Una de las maneras posibles de acercarse a Volveré y seré performer es a través de este término, pensando estos objetos como apariciones del pasado y a las artistas posibilitando un diálogo en el presente, tanto entre ellos como con la producción de arte de performance actual.
El trabajo desde y con la afectividad atraviesa tanto su proyecto de investigación, como la performance realizada. Descubrir y dar valor son las acciones que podrían, en parte, resumir el hacer arqueológico de las artistas, considerar a las obras de performance señaladas como análogas a descubrimientos arqueológicos que nos alumbran sobre la historia de las sociedades, las relaciona con términos como patrimonio y abre cuestionamientos sobre su posible conservación, al mismo tiempo que pretende remarcar su importancia para las configuraciones de la escena artística actual. En este sentido fue que, para finalizar la performance, las artistas realizaron una última acción con margaritas en honor al artista Rodo Bulacio, quien con el colectivo artístico Tenor Grasso ocupó un lugar central en la historia de esta disciplina. Volveré y seré performer fue una performance atravesada por la afectividad donde Mariana y Ludmila se preguntaron como accionar a través de la memoria y el recuerdo, construyendo un archivo para resistir al olvido y proponiendo maneras otras de acercarnos al pasado desde el presente.
Registro Fotográfico: Magui Brizuela
Nació en San Miguel de Tucumán el 24 de junio de 1994. Es Licenciada en Artes Plásticas por la Facultad de Artes de la UNT y forma parte del grupo de investigación en artes independiente Linde Contemporánea. También realizó talleres de poesía y participó de las últimas ediciones del FILT (Festival Internacional de Literatura de Tucumán).