Por Mario Flores |
Entrevista a Martín Maigua, director de Editorial Nudista, fundada en junio de 2010. Nacido en Salta en el año 1987, como poeta publicó El mundo no es más que eso (2010), uno de los primeros títulos de la editorial (además de algunos poemas inéditos publicados en una antología de Minibús Ediciones siglos atrás) junto al primer libro de cuentos de Fabio Martínez, Despiértenme cuando sea de noche: el primer libro de Nudista que leí, tomándolo de prestado en la casa de alguien que lo compró sólo porque había sido compañera de secundaria del autor, no para leerlo. Más tarde, el primer libro de Nudista que compré fue Newton y yo, el hermoso poemario de ciencia ficción y poética astronómica de Marcelo Díaz. Reconocemos al menos tres etapas en la construcción de catálogo de un sello independiente como Nudista: desde nombres principales en la literatura actual como Luciano Lamberti, Federico Falco y Pablo Natale, a una apuesta por la federalización de libros que no seguían ni representaban una política de centralidad a la hora de la difusión, la visibilidad y el lobby: las necesarias novelas Ana Llurba, Bob Chow y Agustín Conde de Boeck, como ejemplos de narrativas instaladas fuera de todo raciocinio comercial, apuntano al anacrónico, lo border y la brutalidad. La apuesta por primeros libros de autores noveles (Viviana Bernadó, Fabiana Zuccatto o Damián Godetti), como la edición completa de todas las obras de autores como Pablo Farrés y Leopoldo Castilla, parecen extremos que se atreven al aproximamiento y se le suma la tarea de reedición y exhumación de Osvaldo Lamborghini en tres tomos: qué es eso que hay detrás de tres lustros de edición argentina entre esas dos franjas negras.
—Comencemos por el principio: Editorial Nudista siempre dijo (en realidad lo correcto sería “tenía un slogan”, pero me gusta tratar a las editoriales como si fueran seres vivos), a modo de lema, ‘la literatura es su punto de partida’. ¿Cómo se lee hoy a través de esa misma premisa el camino que lleva el catálogo de un sello independiente? No sólo porque cierran más sellos de los que se fundan, sino porque pocas editoriales abordan una visión federal además de sobrevivir quince años.
La literatura fue, es y seguirá siendo el motor que impulsa cada decisión editorial en Nudista. Desde el inicio, tuve claro que lo central no era solo publicar libros, sino hacerlo desde una convicción profunda: que la literatura es el origen pero también el horizonte hacia el cual avanzamos. Por eso, todo lo que hacemos parte de cada obra: lo que funciona ahí dentro, lo que propone y cómo dialoga con otras del catálogo. Luego viene lo demás: el diseño, la portada, la circulación, la comunicación. Nuestro trabajo tiene un ritmo propio, muchas veces desfasado del mercado y por fuera de las olas de la moda. Hoy pienso que Nudista no es solo una editorial de libros, sino un proyecto que genera experiencias en torno a la literatura. Esa es, quizás, su mayor fortaleza: haber construido un catálogo vivo que se expande y genera espacios donde compartirla. Las charlas, los talleres, los encuentros, todo lo que se crea alrededor de los libros nos estimula. Si la literatura es el punto de partida y el destino en este recorrido, que sean las experiencias quienes marquen el trayecto. Ahí reside la motivación para seguir adelante.
—Todo proyecto editorial o estético atraviesa diversas etapas. Nudista albergó autores de renombre (hoy) más cercano a lo comercial, primeros libros de autores noveles, antologías personales y otros títulos más inclasificables (de hecho, hay dos títulos de ensayo). ¿En qué etapa se encuentra hoy el trabajo de la editorial?
Seguimos apostando a una cartografía abierta de escrituras contemporáneas, con títulos que amplían y tensionan los bordes del catálogo. Pero en los últimos años, especialmente después de la pandemia, afinamos nuestra búsqueda. Nos concentramos en zonas narrativas que se producen fuera del centro, en los márgenes del mainstream, donde aparecen escrituras muy originales, obras que arriesgan y conmueven. Sostenemos una lógica de resistencia: no nos dejamos guiar por tendencias ni algoritmos. Sabemos que es un camino más complejo, de mucho riesgo, sin duda, pero también más auténtico. Esta etapa se define por una autodeterminación clara: pensamos el proyecto a largo plazo, sin apuros, con el deseo de que cada libro tenga un recorrido sostenido y profundo.
—Pareciera ser una pregunta común: «Qué consejo le darías a alguien que quiere iniciar una editorial»; pero yendo más allá: ¿cuáles son las problemáticas principales que se presentan a la hora de encarar el proceso editorial con autores argentinos también independientes?
Iniciar una editorial implica enfrentar desafíos en cada decisión, muchas veces condicionadas por un contexto adverso. Armar un catálogo, definir una estética, encontrar formas viables de distribución y comunicación es solo el comienzo. Pero cuando se inicia el trabajo con una autora o autor, lo fundamental es establecer desde el principio expectativas claras y posibles. La honestidad en ese intercambio es clave. Si no hay una comprensión compartida de lo que se puede y se quiere lograr con una publicación, surgen los conflictos. Por eso, buscamos siempre construir relaciones basadas en la claridad, el respeto mutuo y la pasión por el trabajo bien hecho. En ese sentido, reconocer qué tipo de proyecto trabajar, y qué circunstancias rodean ese trabajo, es esencial a la hora de ponerlo en marcha. Otro punto a tener en cuenta: no se puede pensar una editorial chica e independiente con la lógica de una editorial mediana y/o multinacional, ni pretender que apunten a los mismos objetivos y que consigan los mismos resultados. En definitiva, lo sano es que cada proyecto trace su recorrido, con sus posibilidades y circunstancias.
—¿Cómo describirías la relación con el público de Nudista? En relación en torno al libro como experimento colectivo, ¿qué cosas -sin contar ferias- acercan un posible panorama de quiénes suelen prestar atención a este catálogo y qué cosas se pueden encontrar allí?
El lector nudista no responde a un único perfil. Nuestro catálogo es variado, experimental, y eso genera afinidades diversas. Hay quienes siguen ciertas líneas del catálogo y otros que descubren lo inesperado. Pero lo que une a quienes nos leen es una sensibilidad compartida hacia la literatura y una confianza en el proyecto editorial que sostenemos: saben que no buscamos modas ni fórmulas virales. Confían en nuestra mirada a largo plazo, en la construcción de un catálogo que apuesta por el fondo antes que por la novedad efímera. Y eso genera una comunidad real. Por eso nos esforzamos por construir espacios de encuentro: más allá de las ferias, organizamos presentaciones, talleres, charlas, viajes. Nos encontramos con lectores, autores, nuevos amigos. A veces compartimos un café, otras veces un almuerzo o una conversación nocturna. En esos vínculos se produce algo invaluable: un ida y vuelta genuino, que alimenta el deseo de seguir publicando libros con sentido. Y muchas veces nos pasa que quienes se acercan como lectores son también escritores increíbles, que con el tiempo tenemos la suerte de ir publicando. Eso nos pasó, por ejemplo, con el taller de lectura Literatura Farrés (en el que leemos la obra completa de Pablo Farrés), coordinado por Agustín Conde De Boeck, donde conocí a Marmat, un autor de Mendoza al que el año pasado le publicamos una novela monumental llamada Malasya, y también con José Retik, otro participante del taller, a quien este año sumaremos al catálogo una novela de su autoría.

—Primeros libros: hay en el catálogo de Nudista muchos primeros libros, lo que de por sí ya es una cultura arriesgada en cuanto a diálogo y estilo, en un sello de quince años (más aún en sellos que inician su trayectoria con obras que no necesariamente les garantiza un éxito mercantil). Sabiendo que todo sello (independiente, de servicio, imprenta, etcétera) reciben todo el tiempo cientos de desesperadas propuestas, ¿se edita más en la lectura del descubrimiento o en la continuidad de obras que de alguna forma ya vienen dejando en claro su potencialidad?
Una de las preguntas que siempre me hago es: ¿qué catálogo estamos construyendo? Y te diría que esa pregunta es la que guía también las decisiones. No priorizamos nombres, sino obras. Publicamos muchos primeros libros porque encontramos en ellos propuestas que nos interpelan, que nos cautivan, que aportan algo valioso al catálogo. Si una obra nos conmueve, nos importa menos si quien la escribió tiene trayectoria o no. Lo que importa es que tenga algo que decir. Esa es una de nuestras convicciones más firmes, y una ética que defendemos: preferimos publicar libros “necesarios” antes que libros “seguros”. Hablando de primeros libros, eso nos pasó, por ejemplo, con los relatos precisos de Aquello era el cielo, de Viviana Bernadó, o con el inclasificable Teru Teru XY de Jorge Brondo, que propone un lenguaje extraño entre lo poético y lo gráfico, o también con la narrativa disruptiva en El colapso de lo posible, de G. Guerber. Y así con muchos otros.
—En el aspecto estético, el diseño no ha sufrido variaciones radicales que den cuenta de un cambio rotundo ni excepciones que sean muy diferentes. Se respetó, parece y por quince años, una coherencia estética que muchas veces resulta -en ferias y muestras- un aspecto que muchos lectores resaltan en su primera aprehensión con el sello. ¿Hubo decisiones que remarcaron este elemento o se pensó/pensarán en futuras alteraciones?
Mantenemos una línea estética coherente porque creemos que también es parte de la identidad del proyecto. No buscamos cambios radicales por el solo hecho de renovar. Sin embargo, sí hemos introducido variaciones sutiles en los últimos años. Más recientemente, introducimos cambios en los interiores de los libros, sin perder la esencia de lo que fuimos construyendo en estos quince años. Para nosotros, la estética acompaña: no lidera. Nos importa que exprese la vitalidad del catálogo, que esté al servicio de los libros y no al revés.
—Excepto los textos teatrales o libros de no ficción (salvó los dos títulos de ensayo crítico literario de Maximiliano Crespi), el sello parece sostener casi todos los géneros: poesía, novela, cuento, híbridos con ilustraciones y un texto en formato bíblico. ¿Qué criterios predominan a la hora de decidir publicar (añadir) un libro en Nudista? Y, siguiendo, ¿qué libros serán publicados?
La diversidad de géneros es parte del espíritu nudista, pero no respondemos a una lógica de cubrir casilleros. Lo que nos importa es que cada libro tenga algo distintivo: por su propuesta formal, su potencia poética, su visión crítica. El criterio central es que sume a ese universo en expansión que es el catálogo. Nudista no es un proyecto cerrado sobre sí mismo, sino un espacio en constante movimiento, atento a lo que aparece en los márgenes, donde a menudo se producen los gestos más originales. Por ejemplo, para el futuro cercano estamos preparando novedades que van en esa línea: Hacia la era titánica, primer libro de ficción escrito por Rafael Arce, que es una aplanadora de relatos donde el futuro, la hiperciencia y la poshumanidad toman el centro de la escena; Cenixienta, novela de Aguxtina Perez, que es una travesía alucinada entre visiones, excesos y escritura; Un mundo distinto, de José Retik, que es una sátira feroz sobre la ciencia, el poder y la locura; Las esposas de maría, primera novela de Martina Coraita, donde la fe se escribe con sangre, silencios y miradas encendidas.

(Tartagal, Salta, 1990) es escritor y editor. Publicó las novelas Hikaru (Nudista, 2018), Cacería (Nudista, 2022) y Diosas mutantes (Nudista, 2024), y los libros de poemas Cuando llegue el fin de los tiempos (Almadegoma Ediciones, 2017) y Ceremonia del fuego (Funga Editorial, 2024). Recibió el Premio Literario Provincial de Salta (2018 y 2023), la Beca Creación del Fondo Nacional de las Artes (2019, 2021 y 2022) y el Fondo Ciudadano de Desarrollo Cultural (2021, 2023 y 2025).