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Apuntes sobre la devoción

Por Sofía de la Vega |

  1. Una mujer de pelo blanco me cuenta la historia de un milagro:

Una de sus cinco galgos, la favorita, Lou, dejó de caminar después de que la estampida grácil de sus hermanos la arrollara. Los perros corrieron por el largo pasillo hacia la entrada a toda velocidad emocionados por recibir a un visitante, pero sin percibir a la perrita distraída que estaba en medio del camino. Lou, prácticamente partida en dos, permaneció acostada sobre el pasto. Inés la levantó como si fuera una bandeja de huesos. Los ojos saltones de los galgos miraban expectantes por la ventana mientras su dueña trataba de levantarla adentro de la casa. Ellos presagiaron el sacrificio, al igual que el veterinario. Pero Ineska no. No la iba a dejar ir ni tampoco iba a someterla a tortuosas terapias. La mujer aplicó las mismas medicaciones y cuidados que tenía con ella misma para pasar el invierno. Ungüentos, vapores y reposo sumándole unas vendas ceñidas que le daban forma de perro una vez más. Inés hacía un seguimiento diario de los avances de Lou y permanecía a su lado. Poco a poco la perra se levantó, las vertebras estropeadas volvieron a formar el arcoíris que tienen todos los galgos y, así, retomó la carrera junto a sus compañeros.

2. Sé que a Inés no le va a gustar esta anécdota contada de manera tan inexacta, pero es perfecta para mostrar su actitud frente a la escritura. Inés Aráoz es una devota. Devota por los animales, por las piedras, por las plantas, por los seres humanos y por la escritura. En sus libros de poemas y en los lugares que habita se observa su mano con la urgencia de sanar, reparar, curar, recuperar, almacenar. Inés trata de ganarle de a poquito a la muerte salvando a sus perros, escribiendo sobre los seres queridos que ya no están y dándole voz a las piedras.

3. Detrás del casino provincial y los bares que lo rodean, en la calle España, se encuentra la Casa-Barco, el lugar donde vive Inés. Entre galpones, casas y edificios viejos, apretada, donde apenas una reja altísima cubierta de enredaderas nos muestra que está habitada. La poeta en varias ocasiones me contó cómo la construyo, paso a paso: los azulejos azules y casi redondos del piso fueron un hallazgo, la soga que te ayuda a subir las escaleras otro mecanismo creado por ella y los bonsáis del patio, otra artesanía de la poeta. Inés restauró objetos heredados por sus abuelos, colecciona campanas y guarda como un tesoro una copa de Lalique. Cada objeto tiene su historia y lleva la marca de una vida pasada y de la vida de la propia Inés. Su casa es un museo habitado, lleno de plantas, piedras y con dos guardianes en el patio, papagayos que gritan al atardecer. Es en esa casa de coleccionista donde decidí que iba a reunir su obra.

4. Hace poco escuché a Fernanda Laguna decir que el arte es vivir una vida artística y yo no conozco a nadie más que haya seguido este modo de vida que Inés. Ir a su casa es una experiencia poética desde el recibimiento de los animales hasta comer palta con cuchara en un sillón de cuero. Se suma, por supuesto, el vino que me hace perder la noción un poco de todo lo que estoy viviendo. 

5. Tenía 22 años, era enero y estaba leyendo un libro al calor del sol tucumano cuando se me ocurrió que Tucumán necesitaba su mito. Necesita su poeta y esa era Inés. Los académicos y especialistas me criticarán pero yo sentía que no se estaba canonizando a casi ningún poeta tucumano. Sonaban muchos nombres pero estaban como escondidos y en todo caso no habían disfrutado del reconocimiento en vida o no habían vivido su adultez en Tucumán. Yo deseaba que Inés fuera reconocida y, prácticamente, con el impulso y el desconocimiento que me hizo hacer tantas cosas como organizar un festival literario (FILT) inicié un nuevo proyecto. Mi mayor deseo siempre fue que Tucumán sea centro cultural otra vez, que brille con todas sus excentricidades, con su calor insoportable, con sus personas encantadoras y extrañas, con su alma, que no es como de ningún lugar en el que haya estado. Ahora vivo en Buenos Aires y esa migración me permitió corroborar todos estos elementos con mayor intensidad.

6. “Reunir” a Inés Aráoz no fue tarea sencilla por esta necesidad de coleccionar y reparar. Inés en ese momento ya tenía dieciséis libros que incluían traducciones y textos en el que mezclaba géneros y tomaba citas de otros autores. Otra vez, releí esa devoción y decidí abrazarla yo también, porque era la única manera de iniciar esta tarea. La editorial donde había presentado el proyecto y donde en ese momento trabajaba, justamente, carecía de devoción y amor a la literatura, eso provocó que el proyecto se trunque y que como consecuencia yo renunciara a ser parte de ella. 

7. En ese momento, Ezequiel estaba en Alemania. Fue él quien me presentó a Inés y el que seguía su obra hace años. En una comunicación telefónica le anuncié mi idea y el rompimiento con la otra editorial; ahí es cuando se comprometió a ayudarme y a lograr que el proyecto salga. Cuando volvió empezamos a corregir todos los archivos rotos y desconfigurados, pasamos a mano varios libros y  los ordenamos. Cuando tuvimos el archivo más o menos sano comenzamos la búsqueda por quienes nos cobijen.

8. Hablamos con Blas, como siempre, y surgió la idea de que la editorial que lo publique sea EDUNT. En algún punto era lógico que la Editorial de la Universidad de Tucumán era la indicada para llevar adelante semejante proyecto y, además, protegerlo. En un primer momento, fuimos recelosos porque era algo que lo sentíamos muy nuestro y teníamos miedo de compartirlo, pero a su vez yo conocía muy bien a Rossana Nofal y no confiaba en nadie más con esa devoción hacia la literatura que pudiera ayudarnos. Quería que el libro se publicara en Tucumán, no en editoriales de otras provincias como ya había pasado con Pretérito perfecto de Foguet. El proyecto fue aprobado y los aprendizajes y el acompañamiento de estos años por María Jesús Benites y Aldo Cocheri fueron imprescindibles. También fue fundamental la paciencia que Inés tuvo que inventarse por mis sucesivas promesas de fechas próximas para la publicación.

9. A la manera de Inés, traté de hacer un milagro. Ahora tan cerca de la recta final estoy ansiosa porque ocurra y el libro sea simplemente un puente para no sólo leer a Inés sino para conocerla. Porque como ella dice: «Esto te diré lector…/Esta, la que escribe/ dice/ lo que escribo soy».

3 respuestas a “Apuntes sobre la devoción”

  1. Vero dice:

    Me encantó, Sofi. Hermosa recuperación de la figura de la inmensa Inés Araoz!

  2. Liliana Massara dice:

    Un hermoso retrato de una gran poeta tucumana.
    Hasta ne queda el sabor de ls palta y el aroma del vino.

  3. enrique traverso dice:

    Bien ,muy bien ,hermosa mirada sobre la gran poeta que es Inés Araoz

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