Por Ignacio Ortiz |
El artículo de Pedro Ponce Uda publicado en la revista La Papa “El nuevo cine tucumano recuerda sus vidas pasadas”, presenta una relación intertextual con la película del director tailandés Apichatpong Weerasethakul y su palma de oro El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010), para así hablar de los antecedentes, “o vidas pasadas”, del cine “tucumano contemporáneo”. El artículo señala que no tiene raíces cinematográficas, sino que deriva de otras ramas artísticas, como el teatro y el video-arte. Pedro explica que el corpus cinematográfico es muy reducido como para plantear que exista un cine que le preceda y le permita tener el adjetivo “nuevo”. Se podría estar de acuerdo con él con que el adjetivo “nuevo” no le corresponde, pero, en realidad, podemos pensar algunos antecedentes.
Al igual que en la película de Apichatpong Weerasethakul, las vidas pasadas tienen origen en cualquier lugar y tiempo y pueden ser de lo más diversas: puede ser una princesa del siglo XVI como lo puede ser una vaca inteligente o un pez que habla.
El cine tucumano contemporáneo es una continuación directa del nuevo cine argentino de los noventas, que es otra forma de decir que una de sus vidas pasadas es, en consecuencia, el corpus cinematográfico al que pertenecen directores como Lucrecia Martel, Esteban Sapir o Martín Rejtman. Los intereses en común son muchos, por ejemplo, el cine costumbrista de La Ciénaga y su correspondencia en una película como Los Dueños, donde el conflicto narrativo se convierte en algo menor y la historia se centra en los pasajes de vidas comunes. Otro de los temas, como bien explica Pedro Gómez en su artículo “La posibilidad de un ‘nuevo cine tucumano”, una de las temáticas comunes en el cine producido en Tucumán es de índole político y social: como el ensayo fílmico de Pedro Ponce Uda, que trabaja con la memoria y la historia de Tucumán, Yakuman (2024), así como el director Nicolás Prividera en su también ópera prima M. (2007).
No obstante, estas correspondencias no son necesariamente nuevas. Volviendo con la analogía de las vidas pasadas, también hay ciertas correspondencias estilísticas entre el nuevo cine argentino de los noventas y el nuevo cine argentino de los sesentas, es decir que múltiples veces se repite el mismo patrón estético en las películas nacionales. El cine tucumano contemporáneo encuentra entre sus antepasados más lejanos a los realizadores de los sesentas, como el documental de la colectividad Cine Liberación La hora de los hornos (1968), pasando por Los Rubios (2003) de Albertina Carri y terminando en Bazán Frías: elogio del crimen (2019), de Lucas García y Juan Mascaró. El retrato del lumpenaje, de Los Inundados (1961) de Fernando Birri, el boliviano de Bolivia (2001)de Adrián Caetano y los marginados de El Motoarrebatador (2018) de Agustín Toscano.
Además, estas correspondencias también tienen una relación directa con el marco educativo en el que se formaron. La escuela nacional de experimentación y realización cinematográfica (ENERC) fue donde estudiaron muchos directores argentinos contemporáneos, como Fabián Bielinsky o Lucía Puenzo. Allí estudiaron a los directores del pasado, como Fernando Pino Solanas, Leonardo Favio o Raymundo Gleyzer, además, incluso algunos de ellos ejercieron la docencia allí. Y en el campo audiovisual tucumano hay graduados de la misma escuela que ejercen como realizadores, como Juan Mascaró, así como también hay quienes ejercen de profesores de la escuela de cine de Tucumán, como Gustavo Caro. Por lo que podría decirse que la enseñanza de este medio apunta siempre hacia el mismo lugar, por lo que es lógico que existan correspondencias entre ellas, así como también ideales parecidos.
Se podría asumir entonces que ambos nuevos cines pueden ser las vidas pasadas del cine tucumano, lo que nos permite pensar el cine como producto de un movimiento cíclico incesante.
Podría afirmar entonces que, además, entender el comportamiento del cine del pasado podría decirnos cómo será el de nuestra provincia en el futuro.
Nacido en San Miguel de Tucumán en el año 2001. Estudiante de cuarto año de la Escuela de Cine, Televisión y Video de la Universidad Nacional de Tucumán, con orientación en dirección y guión. Estudiante de tercer año en la carrera de Ciencias de la Comunicación en la Facultad de Filosofía y Letras de la Universidad Nacional de Tucumán. Tiene publicaciones en algunos portales de noticias y en la página literaria de La Gaceta.