Por Gabriel Gómez Saavedra |
En estos poemas, la mirilla por donde se mira a la infancia y al amor, es la perforación de un cancán de lycra negro o la herida de un cigarrillo apagado en la piel. A partir de ahí, todo lo que se presenta, parece la atmósfera de ingreso a un cuadro de Leonora Carrington y un rezo ahogando en el paganismo la dulzura de cualquier posibilidad de pureza: “Y ahora estás como una Virgen / abriendo las manos, / y ahora estás comiendo mariposas / achinando los ojos / en mi vitrina”.
Labios paspados
Te quise decir
antes de irme
que me gustaba
apoyarme sobre tu hombro
huesudo
y besarte
los labios paspados. Intenté
curártelos con manteca
pero mentí / es lindo pensar
que la boca te sobresale
lo suficiente de la cara
como para atrapar
todo el viento
frío-seco y que resulte
indisimulable
como sí son en cambio
tus manos
que se mueven
aparentando calcular
la distancia exacta
entre las estrellas muertas
y las vivas.
(de Mi último minuto)
*
Tocador
Saco mis sombras de Juliana
para sumergirme en historias
que me inventaba a los cinco
frente a este espejo de papel.
Las acerco a mi nariz
y descubro
que su aroma a infancia
sigue intacto.
Saco el palillo-esponja
lo paso por mis ojos
reviviendo la inocencia
uno de violeta,
el otro de verde-azul.
El roce me trae tranquilidad
de tiempos seguros
caminando por la Bernabé Araoz
orgullosa de mis párpados disímiles
ansiosa por el próximo tren
y cuidando no pisar
mi desayuno favorito
que inevitablemente alcanzaba mis soquetes
al igual que a mis dientes
suavizando las quejas de mamá
con carcajadas de tinta-sangre.
[Me pienso desde afuera]
La soledad se hace
de los cuadros más extraños:
un cuerpo ya desproporcionado
par un set de metro veinte,
de piernas cruzadas
con ojos multicolor,
pellizcando la lycra negra ya arruinada
con cenizas circulares
de imprudentes
en la fiesta de anoche.
[Creo encontrar una solución]
maniática, agrandando con el índice
los círculos del cancán. O sobre mi cara
para no dejar que avance.
Empiezo a odiar
esa figura infinita
que no deja de dibujar
mi dedo
intentando digerir
los relatos
de esa Wonder Woman
que defendí por veinte años.
[Me pienso desde afuera]
Desencajada:
pintándose la boca,
reafirmándose
con una marca más adulta.
Tocador fucsia,
maletín de Juliana,
ojos de cotillón
girando el destapador en el piso
descifrando su heroína.
(de Mi último minuto)
*
Lucía
Te vi correr, atrapar hojas,
te vi achinar los ojos comiendo mariposas,
te vi siendo un corchito de lana
caminando por el barrio, todos amando
la ternura de tus pasos, todos amando
tus manos miniatura
conteniendo los impulsos
de jugar con tus mejillas,
y guardar en una foto lo chino de tus ojos,
Lucía
Ahora te veo
bajando las escaleras de la catedral
abriendo tus manos como una Virgen,
recibiendo a todos aquellos que te ven
como una santa
por aceptar antes de una arruga
ser capa fina de piel, un moretón en el espacio,
ser capa fina de piel, un sorbo en el tiempo.
Que somos capa fina de piel
Lucía.
Ellos no entienden
que también se iluminarían
al poder dibujar el final con sus dedos.
Porque ellos no ven,
no hay danzas a la luna,
no hay mechones de sus cabellos
que alimenten a los dioses
ni abriguen tu cuerpo;
no hay vino, no hay panes
que los salven del azar.
Qué hermosa que sos, Lucía,
la gente solloza
mientras tallan yesos de todas tus formas,
desde la niña a esta casi mujer
para no olvidar.
El olvido, Lucía,
desaparecerá el dolor
cuando uno a uno vayamos cayendo.
Qué hermosa que sos, Lucía,
pienso mientras miro.
Y ahora estás como una Virgen
abriendo las manos,
y ahora estás comiendo mariposas
achinando los ojos
en mi vitrina
Lucía.
(de Mi último minuto)
*
Citoplasma
Ana, las noches son de materia negra,
una especie de citoplasma divino.
Recemos, Ana, al citoplasma un padre nuestro.
Ana
pero mirá qué lindas son
tus manitos cuando rezan,
sos una angelita,
carita de ángel,
sonrisa de cristal.
Ana mirá cómo tiembla la casa,
Jesús va a venir
nos va a salvar, Ana, nos va a salvar.
Ana, escuchá estos casettes
de la biblia.
Yo nunca niego a Dios, Ana.
Ana, ¿te acordás cuando se te cayó el cabello?
Los ángeles te eligieron.
Mirenlá, es un milagro.
Gracias Dios
cantan.
Mirá, Ana, cómo rezo por vos.
(de Mi último minuto)
*
Lunes
Los pasillos son fríos,
huelen a resaltadores
y muzarella.
Mi piel es una masa de muchos colores,
anoche fuiste un niño de cinco,
te digo.
Veo tus ojos quemados,
recuerdo las colillas que apagué
sobre tus pestañas.
(de Mi último minuto)
*
1972
Carlos,
¿te acordás cuando salíamos por las tardes
a caminar por la Ciudadela?
Aunque no te viera, a dos cuadras
ya te sentía llegar. Siempre pensé
que tu perfume
era magia.
Te desdoblaba en el espacio.
Cuando te ibas
te masticaba por media hora
en el aire,
Carlos,
un día una bala te partió en dos,
fue el mismo día
que tu perfume cayó y los vidrios
se incrustaron en mi cara.
Carlos,
ese día arrastré las astillas por mi rostro,
y miré a tus niños,
a nuestros niños y les dije
que no se asustaran,
que sólo era jugo de cerezas
lo que caía en mis hombros.
Carlos,
yo limpié y mastiqué
la mancha en el piso
por más de media hora cada día
pero nunca se fue.
Carlos,
los días intentando limpiarte
me hacían terminar golpeando el piso,
gritándole al fondo de la tierra
que salieras de bajo de los azulejos.
Carlos,
te desdoblaste en el espacio,
nunca supe dónde fuiste,
aunque los años parecen haberte sellado
en el rincón donde todos los domingos bailábamos
y te enloquecías con mis pelucas.
Carlos, siempre uso los domingos la más corta,
tu favorita, y recuerdo cómo apagabas tus cigarrillos
sobre mis hombros
Carlos,
casi que te veo llegar cuando el reflejo de los autos
me recuerdan a tu pelo brilloso
pidiéndome por la ventana
que abra la puerta.
Carlos,
sobre la mancha cavé un hueco
de miles de metros.
Carlos,
sé que siempre te gustaron mis poemas.
(de Mi último minuto)
*
Noche
¿Viste la gota oscura del alma mecerse en la noche?
¿La tristeza de los bufones?
¿El confort de echar raíces y de pertenecer a la tierra?
El fuego está hecho de tantas partes,
es la química del universo condensada en una luz.
¿Viste la gota oscura del alma mecerse en la noche?
¿El cuerpo en el fondo de la pared sin rostro?
¿La fantasía de pertenecer a cualquier cosa menos a una misma?
¿El ojo tirando por saltar de su párpado?
El chamán chista en la noche
vibra cada cuerda
y entiende la grandeza de la simplicidad.
Cuando lo vi barrer
quise arrodillarme en reverencia.
Cuando lo vi proteger
entendí la continuidad de los abrazos.
Se puede nacer, dijo,
en medio del barro,
o en un puente colgante,
mientras el mundo levanta vasos
o lo pierde todo.
¿Viste la gota oscura del alma mecerse en la noche?
(de Mi último minuto)
*
Pollo
Te desmenuzo
aunque ya no sólo queden cartílagos.
Pero siempre
puedo insistir un poco más
ahí, atrás de los tendones.
(de Mi último minuto)
*
Capilla
Tenemos un recuerdo de común unión,
una tarde de vino y pan
cerrando los ojos
besándonos las frentes. Tenemos una tarde
de común unión
donde nos dimos las manos
y saltamos como tontos
hasta la capilla del pueblo
Rezar nunca
fue tan satisfactorio
ni un rosario jamás se vio tan lindo en un cuello
como en el tuyo
Ahora,
sólo quiero atornillarte las manos y los pies
en esa calle, en esa tarde
y mirarte de rodillas
mientras el mundo da a luz
o lo pierde todo.
(Inédito)
*
White Corolla
No tengo armas, no tengo rosas
bajo los pechos
pero por favor, cariño
podemos intentarlo hasta que funcione
aunque sólo lo haga una noche
Sólo amás las frentes rotas
dijiste
así que tuve que romper la mía
dando vueltas en la city
en tu white corolla
En la violencia hay
un goce extraño
igual al de crear
como si
destruir en pedazos
o atropellar cuerpos
contuviera la potencia de Dios
¿Verdad o belleza?
La verdad aburre
en cambio
una mujer con ojos negros
que ronronea en tus oídos
y al otro día te mata
es todo lo que el mundo quiere.
(Inédito)
*
Ana Guía (San Miguel de Tucumán, 1995)
Publicó el libro de poemas Mi último minuto (Gerania Editora, 2019). Participó de las ediciones 2017, 2018 y 2019 del Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT). Fue incluida en las antologías Cospel de oro (Minibus, 2017) y la editada por el Torbellino Artístico del NOA (TANOA).
Imagen: S/t (2020), de Rossana Medina.
Rossana Medina (La Trinidad, Tucumán, 1974)
Trabajadora social. Estudiante avanzada de la carrera Tecnicatura Universitaria en Fotografía de la UNT. Percusionista. Participó de los talleres de Territorio Común (Sub- Cooperativa de F. y La ONG Buenos Aires). Integró las muestras colectivas del Festival de la Luz (2018) y 1º Festival de Fotografía Artística Fronteras (2019). Fue seleccionada en el mismo año para la muestra Ráfagas de Aire, Formas de habitar los sitios de memoria (La Plata, Argentina) y la convocatoria Autorretrato Creativo del Festival Paraty em Foco (Paraty, Brasil). Forma parte del grupo musical Ronda Malembe, que interpreta obras del cancionero popular afroamericano y andino.
Contacto:
https://www.instagram.com/ro.ssana.medina/
Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.
Labios paspados y Noche impecables poemas. Gracias!
Gracias por tu lectura, Esteban.