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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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Poemas de Ana Guía

Por Gabriel Gómez Saavedra |

En estos poemas, la mirilla por donde se mira a la infancia y al amor, es la perforación de un cancán de lycra negro o la herida de un cigarrillo apagado en la piel. A partir de ahí, todo lo que se presenta, parece la atmósfera de ingreso a un cuadro de Leonora Carrington y un rezo ahogando en el paganismo la dulzura de cualquier posibilidad de pureza: “Y ahora estás como una Virgen / abriendo las manos, / y ahora estás comiendo mariposas / achinando los ojos / en mi vitrina”.

Labios paspados

Te quise decir

antes de irme

que me gustaba

apoyarme sobre tu hombro

huesudo

y besarte

los labios paspados. Intenté

curártelos con manteca

pero mentí / es lindo pensar

que la boca te sobresale

lo suficiente de la cara

como para atrapar

todo el viento

frío-seco y que resulte

indisimulable

como sí son en cambio

tus manos

que se mueven

aparentando calcular

la distancia exacta

entre las estrellas muertas

y las vivas.

(de Mi último minuto)

*

Tocador

Saco mis sombras de Juliana

para sumergirme en historias

que me inventaba a los cinco

frente a este espejo de papel.

Las acerco a mi nariz

y descubro

que su aroma a infancia

sigue intacto.

Saco el palillo-esponja

lo paso por mis ojos

reviviendo la inocencia

uno de violeta,

el otro de verde-azul.

El roce me trae tranquilidad

de tiempos seguros

caminando por la Bernabé Araoz

orgullosa de mis párpados disímiles

ansiosa por el próximo tren

y cuidando no pisar

mi desayuno favorito

que inevitablemente alcanzaba mis soquetes

al igual que a mis dientes

suavizando las quejas de mamá

con carcajadas de tinta-sangre.

                                                           [Me pienso desde afuera]

La soledad se hace

de los cuadros más extraños:

un cuerpo ya desproporcionado

par un set de metro veinte,

de piernas cruzadas

con ojos multicolor,

pellizcando la lycra negra ya arruinada

con cenizas circulares

de imprudentes

en la fiesta de anoche.

                                                           [Creo encontrar una solución]

maniática, agrandando con el índice

los círculos del cancán. O sobre mi cara

para no dejar que avance.

Empiezo a odiar

esa figura infinita

que no deja de dibujar

mi dedo

intentando digerir

los relatos

de esa Wonder Woman

que defendí por veinte años.

                                                           [Me pienso desde afuera]

Desencajada:

pintándose la boca,

reafirmándose

con una marca más adulta.

Tocador fucsia,

maletín de Juliana,

ojos de cotillón

girando el destapador en el piso

descifrando su heroína.

(de Mi último minuto)

*

Lucía

Te vi correr, atrapar hojas,

te vi achinar los ojos comiendo mariposas,

te vi siendo un corchito de lana

caminando por el barrio, todos amando

la ternura de tus pasos, todos amando

tus manos miniatura

conteniendo los impulsos

de jugar con tus mejillas,

y guardar en una foto lo chino de tus ojos,

                                               Lucía

Ahora te veo

bajando las escaleras de la catedral

abriendo tus manos como una Virgen,

recibiendo a todos aquellos que te ven

como una santa

por aceptar antes de una arruga

ser capa fina de piel, un moretón en el espacio,

ser capa fina de piel, un sorbo en el tiempo.

Que somos capa fina de piel

                                               Lucía.

Ellos no entienden

que también se iluminarían

al poder dibujar el final con sus dedos.

Porque ellos no ven,

no hay danzas a la luna,

no hay mechones de sus cabellos

que alimenten a los dioses

ni abriguen tu cuerpo;

no hay vino, no hay panes

que los salven del azar.

Qué hermosa que sos, Lucía,

la gente solloza

mientras tallan yesos de todas tus formas,

desde la niña a esta casi mujer

para no olvidar.

El olvido, Lucía,

desaparecerá el dolor

cuando uno a uno vayamos cayendo.

Qué hermosa que sos, Lucía,

pienso mientras miro.

Y ahora estás como una Virgen

abriendo las manos,

y ahora estás comiendo mariposas

achinando los ojos

en mi vitrina

                                               Lucía.

(de Mi último minuto)

*

Citoplasma

Ana, las noches son de materia negra,

una especie de citoplasma divino.

Recemos, Ana, al citoplasma un padre nuestro.

Ana

pero mirá qué lindas son

tus manitos cuando rezan,

sos una angelita,

carita de ángel,

sonrisa de cristal.

Ana mirá cómo tiembla la casa,

Jesús va a venir

nos va a salvar, Ana, nos va a salvar.

Ana, escuchá estos casettes

de la biblia.

Yo nunca niego a Dios, Ana.

Ana, ¿te acordás cuando se te cayó el cabello?

Los ángeles te eligieron.

Mirenlá, es un milagro.

Gracias Dios

cantan.

Mirá, Ana, cómo rezo por vos.

(de Mi último minuto)

*

Lunes

Los pasillos son fríos,

huelen a resaltadores

y muzarella.

Mi piel es una masa de muchos colores,

anoche fuiste un niño de cinco,

te digo.

Veo tus ojos quemados,

recuerdo las colillas que apagué

sobre tus pestañas.

(de Mi último minuto)

*

1972

Carlos,

¿te acordás cuando salíamos por las tardes

a caminar por la Ciudadela?

Aunque no te viera, a dos cuadras

ya te sentía llegar. Siempre pensé

que tu perfume

era magia.

Te desdoblaba en el espacio.

Cuando te ibas

te masticaba por media hora

en el aire,

Carlos,

un día una bala te partió en dos,

fue el mismo día

que tu perfume cayó y los vidrios

se incrustaron en mi cara.

Carlos,

ese día arrastré las astillas por mi rostro,

y miré a tus niños,

a nuestros niños y les dije

que no se asustaran,

que sólo era jugo de cerezas

lo que caía en mis hombros.

Carlos,

yo limpié y mastiqué

la mancha en el piso

por más de media hora cada día

pero nunca se fue.

Carlos,

los días intentando limpiarte

me hacían terminar golpeando el piso,

gritándole al fondo de la tierra

que salieras de bajo de los azulejos.

Carlos,

te desdoblaste en el espacio,

nunca supe dónde fuiste,

aunque los años parecen haberte sellado

en el rincón donde todos los domingos bailábamos

y te enloquecías con mis pelucas.

Carlos, siempre uso los domingos la más corta,

tu favorita, y recuerdo cómo apagabas tus cigarrillos

sobre mis hombros

Carlos,

casi que te veo llegar cuando el reflejo de los autos

me recuerdan a tu pelo brilloso

pidiéndome por la ventana

que abra la puerta.

Carlos,

sobre la mancha cavé un hueco

de miles de metros.

Carlos,

sé que siempre te gustaron mis poemas.

(de Mi último minuto)

*

Noche

¿Viste la gota oscura del alma mecerse en la noche?

¿La tristeza de los bufones?

¿El confort de echar raíces y de pertenecer a la tierra?

El fuego está hecho de tantas partes,

es la química del universo condensada en una luz.

¿Viste la gota oscura del alma mecerse en la noche?

¿El cuerpo en el fondo de la pared sin rostro?

¿La fantasía de pertenecer a cualquier cosa menos a una misma?

¿El ojo tirando por saltar de su párpado?

El chamán chista en la noche

vibra cada cuerda

y entiende la grandeza de la simplicidad.

                        Cuando lo vi barrer

quise arrodillarme en reverencia.

Cuando lo vi proteger

entendí la continuidad de los abrazos.

Se puede nacer, dijo,

en medio del barro,

o en un puente colgante,

mientras el mundo levanta vasos

o lo pierde todo.

¿Viste la gota oscura del alma mecerse en la noche?

(de Mi último minuto)

*

Pollo

Te desmenuzo

aunque ya no sólo queden cartílagos.

Pero siempre

puedo insistir un poco más

ahí, atrás de los tendones.

(de Mi último minuto)

*

Capilla

Tenemos un recuerdo de común unión,

una tarde de vino y pan

cerrando los ojos

besándonos las frentes. Tenemos una tarde

de común unión

donde nos dimos las manos

y saltamos como tontos

hasta la capilla del pueblo

Rezar nunca

fue tan satisfactorio

ni un rosario jamás se vio tan lindo en un cuello

como en el tuyo

Ahora,

sólo quiero atornillarte las manos y los pies

en esa calle, en esa tarde

y mirarte de rodillas

mientras el mundo da a luz

o lo pierde todo.

(Inédito)

*

White Corolla

No tengo armas, no tengo rosas

bajo los pechos

pero por favor, cariño

podemos intentarlo hasta que funcione

aunque sólo lo haga una noche

Sólo amás las frentes rotas

dijiste

así que tuve que romper la mía

dando vueltas en la city

en tu white corolla

En la violencia hay

un goce extraño

igual al de crear

como si

destruir en pedazos

o atropellar cuerpos

contuviera la potencia de Dios

¿Verdad o belleza?

La verdad aburre

en cambio

una mujer con ojos negros

que ronronea en tus oídos

y al otro día te mata

es todo lo que el mundo quiere.

(Inédito)

*

Ana Guía (San Miguel de Tucumán, 1995)

Publicó el libro de poemas Mi último minuto (Gerania Editora, 2019). Participó de las ediciones 2017, 2018 y 2019 del Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT). Fue incluida en las antologías Cospel de oro (Minibus, 2017) y la editada por el Torbellino Artístico del NOA (TANOA).

Imagen: S/t (2020), de Rossana Medina.

Rossana Medina (La Trinidad, Tucumán, 1974)

Trabajadora social. Estudiante avanzada de la carrera Tecnicatura Universitaria en Fotografía de la UNT. Percusionista. Participó de los talleres de Territorio Común (Sub- Cooperativa de F. y La ONG Buenos Aires). Integró las muestras colectivas del Festival de la Luz (2018) y 1º Festival de Fotografía Artística Fronteras (2019). Fue seleccionada en el mismo año para la muestra Ráfagas de Aire, Formas de habitar los sitios de memoria (La Plata, Argentina) y la convocatoria Autorretrato Creativo del Festival Paraty em Foco (Paraty, Brasil). Forma parte del grupo musical Ronda Malembe, que interpreta obras del cancionero popular afroamericano y andino.

Contacto:

https://www.instagram.com/ro.ssana.medina/

2 respuestas a “Poemas de Ana Guía”

  1. Esteban Muedra dice:

    Labios paspados y Noche impecables poemas. Gracias!

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