Por Gabriel Gómez Saavedra |
El ave, no por cotidiana, aminora su canto. Siempre está rondando con renovada morfología por la ventana más lapidada por el invierno. Así, Candelaria Rojas Paz, tiende sus plumas ante el sol para poder limar la piedra: “Lo supe después / mucho después y aun no me reconozco. / Me han crecido palabras al borde de la sombra de mi silueta”.
Existencia
Todo este universo
está abriéndonos las alas del encierro.
Dichosa la mosca
que vuela sobre las tumbas
y no distingue
entre una gota de rocío
y la lágrima de la sombra.
(De La gota)
*
En la villa
Hablo de huerfanitos
cortados en suburbios,
de frutos inmaduros
de la esquina jubilosa
y movidita,
de la santa cumbia
y la procesión pagana.
Agrietado de seres de humo y tiza,
condeno al paredón
a los yugos,
blasfemo contra la ausencia
de gobiernos que nunca llegan.
Salgo al retumbo de mi queja,
lamo mis heridas.
Ladro
y ladro
y ladro
y entonces…
viene el poema.
(De La gota)
*
Conocerte
Voy a contemplar
Los pedazos de tus píes
Para conocer
Los caminos que te nombran.
(De La gota)
*
Huérfano
No tengo edad para andar contando
astillas encendidas incrustadas en la torta
ni huecos desordenados
para el placer de mi terapeuta.
Voy
con el ombligo abierto
nudo imperfecto en la punta de aquel corte.
Ni las moscas hacen nido allí
donde hubo otro nido.
No es que me llore
yo sé que un hombre no debe llorar…
Paradoja del mal parido,
a moco tendido goteando lagunas blancas,
medanales de sal desde los ojos.
Supongo que aquel corpiño
tirado en el piso
no tiene sabor
ni días venideros para la leche.
Supongo que te habrás ido
antes de que cante el reloj en punto.
No hay espacio aquí
ni aquí
ni aquí.
Solo hay demasiado vacío
para pedirte que te quedes a refundar lazos de amor
que no conozco.
No tengo edad ni ombligo
para darte árbol añoso y su herencia.
Solo sé del esperma
embolsado ya
con su nudito bien cerrado
a la orilla de la cama.
(De La gota)
*
Mesita de luz
¿Quién dejó mi luz prendida?
Es que aún hay humitos
rondándome el sueño…
Madera estoy
debajo de los pies clavados
de cualquier cristo
rezado
en medio de la noche.
(De La gota)
*
Mi cuarentena
Uno se encuentra con la propia sombra…
le habla y le canta canciones de cuna
esas que jamás le cantaron
en noches de lamparita encendida…
ella tan sola,
mezclada entre las cosas
como una niña perdida en el bosque.
Yo la abrazo sin temor a contagiarnos,
sé que es inmune a lo infinito,
y estuvo siempre acariciándome
desde el vacío de un otro,
haciéndose carne de la ausencia.
En este encierro
evoco los encierros de todos los calvarios,
justos e injustos, de todos los tiempos,
y ella ahí
sin pies propios
atada a nosotros.
No encuentro sus ojos
para charlar como me gusta,
pero yo sé que mi sombra
llora y ríe más allá de mí.
Ya no cuento las horas ni los días,
solo vi que ha crecido
y no sabe de lejanía.
Podría morirse conmigo hoy mismo,
harta de mi…
pero no…
hicimos las paces con la luz
como un pacto de esperanza.
Yo cuido de ella en esta penumbra de austeridad
y días de incertidumbre
en que mis manos
son pura negrura de pueblo con hambre.
Una multitud, afuera,
no entiende de abrazos a la distancia,
de amor en soledades acompañadas,
para besarle la vida a quien amamos
y la de aquel desconocido que nos puebla.
Decidí quedarme aquí adentro
lo que más pueda,
sólo para cuidarla del encierro
más terrible que el de esta cuarentena,
aquel en que mi sombra
se abrace a mí,
en un recinto de madera.
(Inédito)
*
Pan
A la Abuelita de Emiliano Kallpa
Arar la ceniza
que ya dejó el vuelo
… alas de paloma que yacen sobre el barro.
Cantarle a la brasa con el hálito
de tu memoria de humo.
Callo y madera
beso de dolor encendido.
Pizca de masa
atorada en la uña cortita.
Contracción de tus vertebras
en la ternura que soporta
el calor de los años sobre el rostro.
Amasamos la tarde
una mañana cualquiera,
tu tarde en alpargatas,
la prehistoria del sol
desde tus ojos.
Blanco y blando
enharinado almanaque sobre la mesa
tu puño cerrado
revolucionario golpe
contundente grito de nudillos
que nunca salieron a manifestar.
¿Sabe leudar
el corazón
en estacionario signo?
Hagamos el pan
el amor de los días venideros
hagamos pan
para el festín de las bienvenidas.
Alguien vendrá a buscarte
y no sabrás…
Las hojas de tus plantas
desparramadas en el patio
muerden tu luz
envidiosas
convencidas de tu eternidad
que se mezcla con el aroma agridulce
que viene desde el hueco de este horno
casi
como un presagio.
(Inédito)
*
Yo me fui
Cuando vine por tu calle
te supe plegaria de la urdimbre
surco
semilla
pedazo de tierra.
Era solo la migaja
de toda una cosecha
quemada y sin aliento.
Cuando subí por tu espalda
se habían poblado los vacíos
con campanadas de una iglesia muerta.
Puerta sin cerrojo
y no entraste…
Una silueta queda ahí
donde ya no supimos de nosotros.
Cuando te fuiste
yo me fui.
Nunca más pude encontrarme
en los pasos de la noche.
(Inédito)
*
De blanco
De blanco estoy desde hace tiempo,
no por novia ni pirpinto,
ni nube ni paloma….
Caminé por la plaza con otros blancos.
Sobre nosotros la trémula mancha
de los ojos que no entienden
el color del azahar
ni su aroma,
no saben de llenar aulas
de jardines y huertas,
no ven la clavícula empolvada de tiza,
la madrugada con insomnio,
el alquiler que sube y los hijos
contando rodajas de atardecer
entre mi ausencia y el reloj que no alcanza.
Llevo la vocación bajo las uñas
hace varias décadas
y un tarco crecido hasta el cielo
en el patio desparramado de niños.
Tejo sobre el pizarrón
caminos posibles…
tan posibles como el blanco impecable
que ahora amarillo.
Soy luna que mira de frente a la noche.
Marcho porvenir
sin razón alguna para muchos.
La mía
apenas una excusa
de rodar el cielo a oscuras
trazando estelas de dignidad
en la marea de espuma
blanca
como la suma de blancos
que hoy caminan.
De mar me vi este día.
El agua
ola tras ola
roe la piedra
para crecer.
(Inédito)
*
Los hijos del forense o fisonomía absurda
Solíamos hacer barquitos en las tardes de verano.
Bajo la lluvia la silueta de ese cuerpo
en la hoja traída
de la oficina de la morgue
se hundía como cualquier muerto
no flotaba
no había cuerda ya
ni marcas.
La lesión se purificaba en el correr del agua
el cordón raspaba el pequeño rio
y el papel desarmándose
se llevaba todo el miedo y los porqués.
Éramos los hijos del «Forense»
la extraña profesión
el péndulo que atraviesa el terror
y vuelve a lo cotidiano
esperando que un designio del universo
detenga a la muerte
o al humano muerto en vida.
Un montoncito de espacio blanco encerrado
en una silueta desnuda de frente,
otra de costado
tiesa
recostada
entregada a la ternura de una niña jugando a diseñar
flores en la Antártida
poleras para apretar el grito
una ropa interior
a prueba de balas.
Una masa corporal ausente.
El hueso roto era esa marca
y ese ojo azulado
aurora boreal
mancha de mate cocido a la tarde
y el borrador de la tarea
cosquilleaba los pies
de aquella figura muda
que contenía las risas de un pasado ya perdido.
¿Quién llevará esa huella?
¿Para qué la carne vacía?
¿Cabe tanta muerte en ese espacio?
Eran mis preguntas con el pajarito sin trino
en mis manos.
Supe temprano
en el amanecer de todos mis temores
que esa fisonomía esbozada
era
el registro del horror.
Formulario que no servía para nada más
que para verificar los huecos.
Pinté vestidos y camisas
corbatas
polleras
delantales
corpiños
tetas
bigotes
trenzas
uñas
pubis
ombligos
zapatos.
Todo inventado
para una fisonomía absurda.
Nada tenía que ver con el cuerpo que conocía.
Lo supe después
mucho después y aún no me reconozco.
Me han crecido palabras al borde de la sombra de mi silueta.
No tengo padre que me traiga
hojitas para colorear.
No tiene sentido la célula inerte…
Sueño sonrisas dibujadas
en pieles tristes.
Hacíamos también avioncitos
por las tardes de agosto
un planeador hecho
con ese rectángulo blanco
y un ser sin labios y sin ojos
que le acercaba mi mensaje a Dios
o que huía del infierno
de donde había salido
y por segundos
me llevaba.
(Inédito)
*
Candelaria Rojas Paz (Tucumán, 1977)
Poeta, Licenciada en Artes, Maestra de Plástica y Profesora de Expresión Corporal. Publicó La gota (Ediciones Último Reino). Fue cofundadora del grupo literario «Contratapa», que realizó innumerables actividades de inclusión y poesía popular. Algunos de los eventos y festivales en los que participó, son: “Madre América” y “El viaje”, del compositor Gerardo Núñez; el Festival Internacional de Literatura de Tucumán (FILT), la Feria Internacional del libro de Buenos Aires, el Encuentro Federal de la Palabra, Encuentro Nacional de Poetas y Escritores “Manuel Aldonate” y el Festival de la Palabra. Su obra poética ha sido reconocida con más de 30 distinciones, a nivel nacional y provincial. Es coordinadora por Tucumán del festival “Poesía en la Escuela”. Ha compartido creaciones musicales junto a reconocidos compositores del país como Gerardo Núñez, Lucho hoyos, Martín Raninqueo, Laura Vallacco y Adrián Temer.
Imagen: S/t, de Francisco González
Francisco González (San Miguel de Tucumán, 1974)
Es un músico (contrabajista, compositor, arreglador) aficionado a la literatura y la fotografía.
Contacto: https://www.instagram.com/fran_rgb/?hl=es-la

Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.