Suscribirme

ISSN 2684-0626

 

Aquí podés hacer tu donación a La Papa:

Libros Tucumán es una librería especializada en literatura de Tucumán ubicada en Lola Mora 73, Yerba Buena – Tucumán.

 

 

 

 

 

Poemas de Juan Santiago Avendaño

Palabras de presentación

-Gabriel Gómez Saavedra-

El paisaje y las dinámicas que lo habitan están rodeados de una inquietante fragilidad en estos poemas de Juan Santiago Avendaño. Y como la fragilidad sepulta a las fragilidades que en ella residen, esta poesía configura un yo poético que pareciera vagar por un salitral con la atención alerta, protegiendo en la sombra que forma el cuenco de sus manos  a una lágrima que resume su doliente sensibilidad y el filo de su poder de observación. Sin embargo, esta es una lágrima que ni el sol más tirano se atrevería a beber, porque no podría soportarla y lo devoraría, para siempre, el frío con que aterriza la noche.

EL DESIERTO

El desierto no habla,

dice su horizonte inservible,

crece en suspenso,

quietud,

remedio.

La carne seca,

la mudez preservada en su coágulo.

El sol dibuja formas sobre los trapos,

la pobreza y su intento descolorido

las desarma en el aire,

desintegrando el hilo metafórico que nos une,

perpetuando la imagen de la destrucción,

la solitaria destrucción del vacío.

El desierto es una gran entrada,

un laberinto llano,

una semilla paciente,

una gárgara de arena

un largo camino de salida.

Es la cicatriz del mundo para no desangrarse,

el modo en que cerramos la puerta para que nadie salga.

Sólo uno y el desierto.

Luego vendrá el viento,

su idioma confuso,

el sol estirando la tarde,

y el agua como un dios lejano.

El Incendio (fragmento)

3

No conocimos la nieve,

sino la ceniza,

su memoria endeble

y su tiempo atormentado:

pasado en rastras,

presente ceniciento,

futuro, un vapor incierto.

Lo que mane de este polvo será el poema,

redención del paisaje,

nacimiento postergado al tiempo y su muerte anticipada.

La primera gota que sigue a la sequía

se repite como un mantra,

hasta que lo verde reviva.

El Salitral (fragmento)

1. El monolito

¿Hasta dónde crecerá esa piedra que despide a un muerto?

El cielo está poblado de silencio.

La luz arroja la última hora sobre este mapa.

No hay sosiego posible,

los vuelos circulares de las aves

son un mal designio,

me recuerdan a un tiempo devorado,

de épocas en que la soledad se confundía con el hambre,

en que la memoria era un fusil adusto.

La sal me lame los dedos de los pies,

me sobrepongo de golpe,

camino rápido,

el salitre se quiebra tras mis pasos

y por sus nervaduras

la muerte jadea con la lengua seca,

el sonido

es áspero y preciso.

Un poco más lejos el sol juega sobre los charcos.

Yo le enjugo las lágrimas como un padre,

aquí el agua enloquece de esperanza.

¿Quién regó de plegarias el salitre?

¿Quién cerró la puerta de la noche para dejarme afuera?

3. La vaca

Una vaca pasta sobre los márgenes.

El escenario luego del último bocado

es blanquecino,

casi neutro,

como si todo pudiese ser dibujado.

La vaca a su vez contempla con los ojos impávidos

la ausencia vegetal.

Salvo su aliento,

nada hay vivo,

el salitre ha erosionado la tarde desde adentro.

RIÑA (fragmento)

1

El aire está viciado por las voces,

El polvo se suspende sobre la mirada del azar.

Embebidos en vinagre,

inoculan el sabor de la violencia,

buscan acertar al destino,

su vista es de acero,

su corazón de plomo.

Ejercitan el poder con dos aves.

Atan su orgullo a un espolón,

escupen miedo.

Ocultan el hambre,

el tedio y la desdicha,

en las coloridas plumas de sus gallos.

Sueñan con el oro,

con el reino negado,

su saliva es de sangre,

creen en la fortuna

cuando un gallo languidece

y grita su dolor

como una apuesta con dios.

Tao matinal

Cuando por las mañanas salgo a trabajar,

mi gato lidia con su tarea doméstica.

En la soledad

une con sigilo

cada rincón del departamento.

Ejerce su soberanía

sobre los sillones y las plantas,

juega con un grillo,

más por perversión que por regocijo.

Descubre su reflejo en las mamparas,

se ignora a sí mismo,

como lo hace con todo lo mundano.

Sube a mi escritorio,

repasa los versos que he escrito la noche anterior,

corrige algún desmedido adjetivo,

esquiva con cuidado la copa con restos de vino.

Luego observa el horizonte que nada promete,

lejanos peces saltan sobre un río inalcanzable,

y se lame con infundada hambre.

Después de haber escuchado el ruido

que los niños hacen al jugar,

corrobora que los caños

conserven la fluidez que mantiene el mundo a flote.

Cuando yo haya regresado,

el mostrará cuan agotador ha sido su día

y me recibirá con un maullido

y luego un bostezo.


Juan Santiago Avendaño: nació en Santiago del Estero, Argentina, en 1985. Es poeta y abogado. Como poeta publicó Mientras Veo la Luna en un vaso de vino (2021, Editorial Chernobyl) y Casa con Fantasmas (2022, Halley Ediciones). Participó en las antologíasPalabra Abierta (2010) (como editor y poeta), Antología de poetas Santiagueños (2013), Antología Lata Peinada (2015), Antología Poesía Circular (2021) y Antología del Festival de Poesía de Salta (2024). Forma parte de los movimientos poéticos Norte Entero y Poesía Circular.

Una respuesta a “Poemas de Juan Santiago Avendaño”

  1. Teuco Castilla dice:

    Muy buenisimos poemas Juancito querido! Valen triplicar el festejo del 1 de mayo! Vaya un brindis y un abrazo!!!

Deja una respuesta

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *