Palabras de presentación
-Gabriel Gómez Saavedra-
Habito yo esta tierra, sus estrellas habito, sus canciones, sus noches;
soy ya un reflejo de sus ríos,
soy cuerpo de su cuerpo
Elvio Romero
Con el olfato en las huellas de lo criollo, Néstor “Poli” Soria (1947-2025) tuvo la virtud de hilar una poesía de dimensiones tan humanas como ásperas; atento a las vertientes que corrían por nuestra genética latinoamericana y que persisten con la dignidad de las piedras en el norte de la patria. Su obra debe leerse como un trueno que rueda por entre el exceso de velocidad de los días que corren, porque en ella cantan señales que guían, para que escarbemos en nosotros y reconozcamos las vetas de identidad y atemporalidad que nos habitan.
Que estos poemas inéditos aquí compartidos, facilitados generosamente por su viuda, Ana Lía Madrigal, nos sirvan de fuego de compañía frente a la reciente partida del poeta.
La jaula
En la pared estucada
yo vi una jaula vacía,
su puerta estaba cerrada
porque no entrara la vida.
En una acacia cercana
trino y gorjeos se oían
y aquella celda era inútil
casi un absurdo ese día.
Quién entreteje prisiones
quién a las aves obliga
a renunciar a sus cielos
de tan silvestre armonía.
Cielos que emergen de cuentos
y que los hombres olvidan,
volviéndose mercaderes
de tristes mercaderías.
Pero yo he visto una jaula
que aunque barrotes tenía,
había cerrado su puerta
porque no entrara la vida.
La zamba y su camino
De antiguo, no pregunten
de cuándo estoy hablando,
la cobijó una noche
la América del Sur;
borneaba su pañuelo
muchacha sin recato,
en los patios baratos
de lo que fue el Perú.
De amor con la vihuela
de la guitarra, abuela,
cruzando las fronteras
a Chile se acercó,
allí fue zamacueca
alegre, picaresca,
mezclada en las jaranas
de vino y de chingana,
adonde un trasandino
de zamba la nombró.
Trepó la cordillera
en busca de otras tierras,
mezclada con las cuecas
en Cuyo echó a bailar,
después siguió caminos,
criollos, argentinos,
y con cadencia airosa,
sugestiva y donosa
llegó a mi Tucumán.
La hilandera
A un óleo de Ana Lía Madrigal
Adormecida tu siesta con el run-run del tortero
atrás de lentas majadas vas prolijando cadejos
y como un hilo de río se vierte por la pushcana
blancuras que el cachiyuyu pone a torzar en la lana.
El español atrevido quiso enseñarte su rueca
porque abandones la forma paciente de hacer madejas.
¿Y qué sería de tus manos y qué de aquellas abuelas,
si desanudan tu oficio y tu heredad, hilandera?
2009
Mi caja
Recitado:
Llevo colgada del cinto, por sí le hago a una baguala,
mi cajita caspi sauce, como única compaña.
Mi caja es más que un trabuco
y va de coplas cargada,
anden alerta los tibios
con est’arma remontada.
La adornan colorincheras
lanitas de las marcadas,
con sólo un palo la zumbo*
como los pueblos de ñaupa.
Grabao en su sacha caspi
con letras desprolijadas,
dice que soy Cirio Luna
montaraz de Chicligasta.
Cajita memoriosa que tienes siglos,
contame las penurias de abuelos indios,
cajita compañera de abuelos indios.
Recitado:
Que a la mina no se adentren ni los perros ni mujeres,
no vaya se enoje el diablo y derrumbe andariveles.
Si habrás calmado las almas
en socavón potosino,
donde el candil de carburo
quemaba todo destino.
Si habrá penao la palliri
con su hijo atao al aguayo,
las manos golpeando a caja
mordidas de herrumbre y barro.
La caja es más que un trabuco
la copla más que una bala,
que la dispare tu pecho
con pólvora de palabras.
Vendrás conmigo caja si es que me muero
en coplas tengo quejas que hacerle al cielo,
al Dios que me han prestado yo no lo quiero.
(*) Estudios dicen que el golpear la caja con dos palos es copia de españoles de la conquista, ejecutando tambores redoblantes. Que los pueblos no alcanzados por los ibéricos siguen golpeándola con uno solo.
Mi bastón
Te hallé donde la tierra te fue avara
negándote el verdor de primaveras,
tan mustio como yo, que una vez fuera
soldado y capitán en mis batallas.
………..
Como un perro pero sin sombra vista
te mueves pendulando mi cojera,
noble bastón, cayado de madera
apoyo que elegí porque me asista.
En tu hechura tan desmirriada y torpe
carente de la gracia bastonera,
no llevas un estoque y ni siquiera
apliques o tallado en oro bronce.
Yo sé que los hay finos, los he visto
lustrosos y elegantes en vidrieras,
mi “perro bastonil” no está en las tiendas
ni es algo de lucir por lo bonito.
Parece que me piensas si tropiezo
es como que me aferras con firmeza,
camino muy confiado si a mi diestra
está tu fortaleza presta al riesgo.
Te aquietas en mis brazos si descanso
del tráfago brutal de las aceras,
guardián inofensivo que me espera
al borde de mi lecho, quieto y manso.
Andando en la penumbra de una calle
quien se detenga a oír mis calmos pies,
dirá que no son dos pues oye tres
y prestará atención a ese detalle.
No voy a abandonarte cuando muera
te llevaré conmigo al infinito,
yo sé que aunque esté tieso necesito
tu guía tan estoica y compañera.
Néstor Soria: Nació en el Ingenio Nueva Baviera, Tucumán, en 1947. Poeta, autor y compositor. Creador junto a compositores y poetas como Rolando Valladares, Luis Gentilini, Juan Falú, Rubén Cruz, Lucho Hoyos, Raúl Carnota, Topo Encinar y Alejandro Carrizo, entre otros, de numerosas obras del cancionero folklórico argentino que adquirieron gran difusión. Fue autor de los libros de poesía Este paisaje es mío, con ilustraciones de Luis Lobo de la Vega (1ª ed., 1990 y 2ª ed., Último Reino, 1991) y Tucumán en la memoria alucinada. Este paisaje es mío (Facultad de Filosofía y Letras, UNT, 2012), de la colección Memoria de los barrios tucumanos, del cancionero Para los que quieran sentirme cantar (Humanitas, 2017) y de las obras musicales integrales Canto popular de los oficios y de Tucumán: Canto de amor y lucha por la tierra de uno.
Fue invitado por las universidades de Sevilla y Murcia para disertar sobre el surgimiento de los sindicatos en la industria azucarera. Presidió la Sociedad Argentina de Escritores y vitaliciamente la fundación Cultu-Raco.
Falleció el 30 de abril de 2025 en San Miguel de Tucumán.
Fotografía de Néstor Soria: Gentileza de Ana Lia Madrigal

Concepción, prov. de Tucumán, 1980. Publicó la plaqueta Huecos (Ediciones Del Té, 2010), y los libros Escorial (Editorial Huesos de Jibia, 2013), Siesta (Ediciones Último Reino, 2018) y Era (Falta Envido Ediciones, 2021). Entre otras distinciones, ganó el Premio Municipal de Literatura San Miguel de Tucumán – Género Poesía (Región N.O.A.) y fue seleccionado por el Fondo Nacional de las Artes como becario del programa Pertenencia: puesta en valor de la diversidad cultural argentina.
Muchas gracias por publicar poemas inéditos del poeta tucumano Néstor Poli Soria. Estos y los demás inéditos integrarán su próximo libro, en este caso post morte. Gracias por sus palabras poeta Gabriel Gómez Saavedra.