Por Mónica Cazón |

Hablar de la pluma de Delfina Terán Cossio, es adentrarnos en un universo de interrogantes. La joven poeta nos presenta su primer poemario edito, una  producción contundente, donde se percibe el núcleo de su humanidad. De manera sutil, advertimos el “aquí” y un “allá que se insinúa, el tiempo, el dolor (con fuerte presencia) y los planteos: me negué a confesar / a acusar a jugar a / tu pantomima de justicia /me mantuve firme / como este poste al que / me has atado y / ni las ampollas brotando en mi piel / ni el olor de mi carne asándose / ni mis huesos ennegrecidos / borrarán lo que has hecho. Como bien nos indica su título un santuario ha sido profanado.

A partir del epígrafe, Amé y a veces también me amaron (O. Bossi) observamos dos mundos que señalan caminos bifurcados, rispideces y amabilidades. Las dislocaciones de Terán Cossio quedan expuestas en un libro sarcástico y penetrante donde se naturaliza la fuerza del instinto y un estilo subterráneo pulveriza mis vísceras / muele mis huesos / báteme bien / y por un caño en mi nuca / exprime todo resto de mí / te entrego mi cuerpo en / arca dorada / sagrado botín / de tu despiedad / bebe mis entrañas / arrópate con mi piel / haz de mí un festín / tómame, sé feliz /yo / subsisto en el viento.

La poeta recorre el escabroso terreno de lo íntimo, que nos hace transitar insospechadas calzadas donde la libertad de expresión y el manejo del lenguaje son imposibles de separar. Posibilita de este modo la creación de una “lengua privada” que, si bien se encuentra sujeta a normas convencionales, se mueve en una órbita autónoma, paralela a la real. No cabe duda que, en el poema Inquisición que inaugura el libro: compareciendo ante Dios / te han muerto / sus ángeles cargan tu cuerpo / tu sangre sendero en las nubes / la luz del ocaso tiñe tu sepelio / pobre niño / has osado creer, hay entresijos sobre la fe. La poeta pregunta, sufre, se arrodilla, suplica. Se desgarra. En constante oscilación, el sufrimiento y las creencias son interrogantes sin respuestas, un laberinto abierto y misterioso.

En cada verso, Terán Cossio palpita, escribe con fluidez, maneja la sintaxis, los silencios y un vocabulario nutrido que nos transporta a la búsqueda de la verdad y del conocimiento en clave de visiones específicas; de una lógica de pensamiento mítico analógico, como de ritual. A través de lo que expresa, se percibe la búsqueda del sentido del ser, búsqueda que le permite habitar y habitarse, significarse. Recupera de alguna manera el poder de lo primigenio con la fuerza que conlleva su poesía de máxima intensidad. Como Rimbaud, en Una temporada en el infierno.

Complejidad y simplicidad, refinamiento y espontaneidad: el encanto reside tal vez en esa mezcla de cualidades contrarias. Un vaivén entre lo erótico, lo profano y lo religioso

Terán Cossionos sorprende gratamente con este primer libro donde transita por el difícil camino de lo privado con absoluta soltura. Afirma el poeta y ensayista español Siles: La poesía es plegaria y súplica. Lo ha sido desde Homero, Virgilio, Rilke. Estamos ante una novísima escritora que recupera lo sagrado, el poder original de lo que no se extingue, y promete una prolífica obra que esperamos con impaciencia. Una producción insondable, con vuelo lírico. Tal vez una plegaria.

Dos poemas de la autora:

Santuario profanado (Ineditados, 2023)

Mónica Cazón

Mónica Cazón (Tucumán). Escritora, Lic. en Ciencias de la Educación y Especialista en Literatura Infantil/Juvenil. Se desempeña en la UNT en Educación No Formal. Docente en PLAT. Coordina la Asociación Literaria Lagmanovich. Fundó el CIDELIJ Tuc (Centro de Investigación, Estudio y Lectura de la Literatura infantil/juvenil -Ente Cultural-UNT- y el Laboratorio de lectura crítica e investigación “MicroLee”. Gestora cultural. Colabora en La Gaceta Literaria y otros. Lleva editos 12 libros de diferentes géneros.