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ISSN 2684-0626

 

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«está comprobado que una comunidad que apoya su literatura tira menos papeles en el piso»

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Correcciones a cielo abierto #1

Por Diego Puig y Felipe Quiroga |

La Papa inaugura una nueva sección que propone que dos autores intercambien textos propios e inéditos para leerse mutuamente y hacerse el uno al otro una devolución, con observaciones y sugerencias de correcciones.

La idea es visibilizar dos cosas: primero, la cocina de la escritura, cómo se trabaja, se corrige y se pule un texto. Y segundo, mostrar que la literatura es mucho más colaborativa de lo que generalmente se piensa.

En esta primera entrega, y a modo de inauguración, el editor de la sección, Diego Puig, invita al talentoso (¡y valiente!) Felipe Quiroga a que se compartan entre ellos unos textos breves, y ser los dos juntos, así, los conejitos de India de este experimento.

La dinámica incluye primero el trabajo con el texto del otro y una breve devolución a la que el autor, a su vez, responde. Luego, ambos escritores intercambian algunas preguntas y respuestas.

Texto de Felipe Quiroga con anotaciones de Diego Puig

Devolución de Diego:

Felipe querido, qué lindo leerte y poder hacer con vos este ejercicio de compartir nuestros escritos y hacernos devoluciones y comentarios.

Aquí van tres cosas que me pasaron mientras te leía:

1)- Bien el misterio y que no se resuelva, este extrañamiento estilo Samanta Schweblín está muy bien logrado. Funciona la tensión y uno quiere poder responder esa pregunta hasta el final. Muy bueno. 

2)- Observación: El tono que tiene esta primera persona está muy hablado. ¿Pero es coloquial o literario? Hay una ambigüedad, que supongo tiene que ver con no definir quiénes son estos seres. Lo que hace que esté entre narrado y conversado. 

3)- Sugerencia: Los detalles y las imágenes sensoriales podrían estar un poco más desarrolladas en algunos momentos. El equilibrio entre dejar volar la imaginación del lector y poblarla de detalles, de direccionar la imaginación, es todo un tema. Uno no quiere dejar las cosas en un estado esquemático pero tampoco quiere determinar demasiado, o sí. No sé. Es un equilibrio difícil, entre sugerir, estimular la imaginación y condicionarla. Sí me parece que es importante que haya color, brillo en los detalles y tal vez algunos cambios de ritmo: detenerse y acelerar la narración y las descripciones.

Un placer hacer esto con vos, Felipe! Muchas gracias!

Respuesta de Felipe:

Está buenísimo lo que me decís de Schweblin, era algo que quería buscar. La leí mucho a ella, pero no acostumbro a escribir en ese estilo, o al menos no de forma tan marcada como en este caso. Fue, más que nada, un experimento para ir por esa línea a ver qué salía. Primero vino el título y todo el texto se desprendió a partir de esa frase inicial.

Con respecto al segundo punto, es justo lo que decís: esa ambigüedad de la voz que narra me impidió definir de manera más ajustada la forma de expresarse y es algo a trabajar. Coincido en que el cuento crecería incorporando más detalles y descripciones. A veces me pasa que se me ocurre una idea y me gana la ansiedad de llegar al final y ver cómo termina mi propio cuento, jaja. Pero está bueno acordarse siempre de escribir sin apuro, de la importancia de parar, de dejar que el texto respire y de darse el espacio para añadir más detalles o jugar con estos cambios de ritmo que mencionás.

Texto de Diego Puig con anotaciones de Felipe Quiroga

Devolución de Felipe:

¡Me gustó el cuento! Me pareció muy interesante cómo lograste desplegar este contraste entre las dos familias que aparecen, y también cómo se marca esta oposición entre el respeto por la naturaleza y el consumismo. Destaco, primero, la forma en que el narrador describe a sus padres y cómo se presenta la dinámica familiar a través de acciones y gestos: en apenas un párrafo aparecen los tres bien definidos. Después, me encantó cómo se detalla el rito de la Pachamama y todo lo que representa para el narrador, que con su voz y la manera en que expone sus dudas y sus miedos se construye como una figura sensible, de mucha calidez y cierta inocencia que resulta muy simpática.

Por otra parte, me parece que se podría darle un poco más de espacio a la familia de los tíos: si bien aparecen mencionadas sus profesiones y las cosas que les gusta hacer a los primos, sugiero plantear alguna situación en la que, con algunas acciones, revelen su forma de ser y de pensar, y así les den más peso y más fuerza a los miedos del narrador.

Respuesta de Diego:

Muchas gracias por la lectura y por la devolución. Leés muy bien al narrador-protagonista porque, de hecho, a este texto lo pensé como un cuento infantil y después viró hacia algo más oscuro, tal vez. Además de que me interesaba resignificar una posible relación con la Pachamama para alguien de formación entre católica y laica. Y buscar una forma de presentar una relación con estas creencias que sea más contemporánea a lo que estamos acostumbrados, quizá. Algunos lectores anteriores a vos, cuestionaron la claridad del cuento y si realmente se trataba de un cuento. El final tal vez sea un poco opaco. Y coincido plenamente con vos en que se puede ampliar la caracterización de los tíos y esa familia.

Todo un tema el de la redundancia y la sobreexplicación, un problema que bien señales y que a veces cuesta tanto aceptar o resolver, jajaja.

¡Gracias, Felipe!     

Los escritores se preguntan

Las preguntas de Diego y las respuestas de Felipe…

DP: ¿A qué otros escritores te gustaría tomar como puntos de referencia para explorar otras escrituras?

FQ: Todos los escritores a los que admiro en algún momento me han generado esas ganas de tomar prestados ciertos elementos, marcas de estilo o formas de narrar para experimentar con mi propia escritura. Ahora, por ejemplo, me gusta mucho lo que viene escribiendo Benjamín Labatut, que tiene una gran capacidad para conectar temas y combinar la narración de hechos históricos con reflexiones muy agudas. En ese sentido, me interesaría más adelante explorar ese tipo de textos híbridos, que toman elementos del ensayo y de la literatura de no-ficción.

DP: ¿Tenés estrategias para lidiar con esa ansiedad tan propia de la escritura, que un poco a todos nos aqueja?

FQ: Creo que en la escritura hay mucho de intuición y se trata de confiar que uno está dando lo mejor que tiene. Después, es importante entregarse a la mirada ajena y aprender a aceptar las críticas y sugerencias.

DP: ¿Qué te produjo esta propuesta, con esta dinámica, que de alguna manera nos pone en un lugar de vulnerabilidad al hacer públicos los comentarios y las observaciones de un lector-colega?

FQ: Me encantó la dinámica por su originalidad y por todas las posibilidades que abre. Lo viví como un gran desafío: no es habitual revelar este “detrás de escenas” de la escritura, excepto en el ámbito de un taller literario. Cuando uno escribe ya queda expuesto en cierta forma ante el lector, pero esta propuesta implicaba quedar expuesto también ante otro escritor y después ante los lectores de esta misma nota: ¡es un montón! Para hacerle frente a todas las inseguridades que eso pudiera generar, decidí encararlo como un juego, pero con toda la seriedad que un juego implica, por supuesto.

DP:¿Qué expectativas tenías con respecto a mi texto antes de recibirlo? ¿Cómo fue leer “de manera pública” a un escritor que conocés personalmente?

FQ: Primero, esperaba estar a la altura del desafío. Al principio, incluso antes de leer tu texto, me preocupaba que no se me ocurriera ninguna observación interesante para hacer. También me inquietaba la posibilidad de que alguno de mis comentarios te disgustara o te pareciera equivocado o fuera de lugar, así que estuve atento de ser cuidadoso y respetuoso al momento de hacer mis sugerencias.

Las preguntas de Felipe y las respuestas de Diego…

FQ: Más que una pregunta, quisiera primero compartir con vos la lectura que hice de tu cuento. Me gustaría saber si había algo de esto en lo que querías contar o no. Lo hago porque siempre me ha interesado analizar las intenciones que tiene un escritor, las marcas que deja en su texto a modo de pistas de los temas que quiere tratar y las interpretaciones que pueden hacer los lectores. En el caso de tu relato, me pareció que el narrador, sin mencionarlo abiertamente (porque no puede y no quiere entenderlo, quizás), está contando la historia de la ruptura familiar. El final de esa costumbre de hacer en familia el rito de la Pachamama representa el fin también del matrimonio de sus padres y, por consecuencia, de su propia infancia. Así, reacciona con miedo e incertidumbre ante lo inevitable de este pasaje del mundo cálido de la naturaleza (que representa la niñez) al mundo frío del consumismo (la adultez). Algunas de las marcas que vi y que me llevaron en esta dirección (puedo estar equivocado) fueron el hecho de que al narrador se lo lleven a la casa de los tíos y el momento al final en el que al padre se lo ve “apagado”. Además, en la siguiente oración, más allá de la cuestión religiosa, el narrador podría estar haciendo referencia también al vínculo entre su mamá y su papá, y expresando su deseo de que se mantengan unidos: “le pido a Dios que por favor trabajen juntos con la Pachamama (…) le digo a la Pachamama que no se olvide de hablar con Dios cada tanto”.

DP: Felipe, sí, tu lectura es correcta. De hecho, en un concurso, dos prejurados me hicieron una devolución diciendo que no les parecía que fuese un cuento. Yo que soy medio soberbio pensé, hay que ser muy ignorante para pensar que esto no es un cuento, justamente por esto que vos decís, la famosa teoría de las dos historias de Ricardo Piglia, una explícita que es la de celebrar la Pachamama (o la imposibilidad de hacerlo ese año puntualmente) y otra historia escondida, elidida, o sumergida, que se ilumina un poco con datos de la primera historia, pero que es, digamos, “independiente” y que completa o redondea el cuento. Y esa es la historia que vos identificás como una separación. Yo había pensado algo más trágico todavía y por eso se lo llevan a la casa de los tíos una noche tarde cuando ya está durmiendo y no hay indicios de una mala relación entre los padres previamente. El hecho de que solo su papá lo vaya a buscar al colegio, apagado, y no esté su mamá por ningún lado, era como el elemento trágico, en relación a no haber podido tomar el té de ruda y no haberle pedido a Pachamama por la salud de los integrantes de la familia. Dicho sea de paso, para una de mis abuelas es lo mejor que escribí en toda mi vida, jajaja. Tomen prejurados del concurso de cuento del Ita…. lo dejemos ahí, Jajajaja.   

FQ: En ese sentido quería preguntarte cómo te llevás con las interpretaciones que pueden hacer de tus textos y si te parece que todas las lecturas son válidas, incluso las que vos mismo como autor no contemplaste: ¿qué sentís cuando algo que escribiste con una determinada intención no es interpretado o leído de la manera que esperabas? ¿Y qué te genera el sobreanálisis, es decir, cuando alguien encuentra en tu texto cosas que no pusiste?

DP: Trato de ser cuidadoso en los detalles que incluyo pero también soy un maximalista a propósito para favorecer o hacer posibles múltiples interpretaciones. Igual, cuando el lector compra el libro, es dueño de hacer la interpretación que quiera, jajaja. De todas formas, cuando la interpretación es buena o sólida y me plantea algo que no se me ocurrió, me gusta un montón. Lo que pasa a veces es que se puede sobreinterpretar, agregándole cosas al texto que no están ahí, o subinterpretar (omitiendo en la lectura datos que sí están y contradicen un poco el análisis del lector). En ese caso, entiendo que la práctica de lectura hecha con rigor, honestidad y generosidad intelectual es más bien la excepción y no la norma en la lectura de literatura, jajaja. Tengo más bien una mirada pesimista sobre cómo lee la gente, que es con poco compromiso, poca pasión, surfeando muchas veces las oraciones y las palabras y buscando corroborar lo que ya saben o piensan. El peor combo posible para leer jajaja.

FQ: ¿Cómo atravesás los procesos de reescritura? ¿Cómo recibís las sugerencias de correcciones que pueda hacer otra persona sobre algo que escribiste?

Una de las cosas que las correcciones hacen es ejercitarme en el proceso de descentrarme o correrme del centro del texto como autor y dejarlo al texto ahí, un poco sin mí, para entender qué puede llegar a leer el lector que no soy yo. En ese sentido, lo agradezco un montón.

DP: A mí me gusta mucho la parte colaborativa de la escritura, los talleres, las lecturas de amigos, las clínicas, el trabajo con los editores y la crítica literaria. El problema aparece cuando uno asume un riesgo o está convencido de una decisión que tomó y todo el mundo te devuelve que eso no funciona. Me pasa con una novela que vengo escribiendo hace diez años. Es un aprendizaje de humildad. Pero antes de tomar ese camino pienso que son unos malos lectores o unos ignorantes y que a Proust y a García Márquez solo para mencionar dos escritores, les rechazaron sistemáticamente los manuscritos de En busca del tiempo perdido y de Cien años de soledad, así que cabe la posibilidad de estar haciendo algo bien y que los demás sean medio tarados, jajaja. Pero en el fondo, soy más proclive a conciliar y ser más putita con mi escritura con tal de que nos acepten, jajaja.

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